El papa Francisco declaró este domingo al papa Pablo Sexto y al arzobispo Oscar Arnulfo Romero como santos, recitando en latín el rito de canonización al inicio de una misa en la Plaza de San Pedro.

Después de escuchar breves biografías de Pablo Sexto, Romero y otras cinco personas canonizadas el domingo, Francisco los declaró santos y “decretó que toda la Iglesia los debe de venera como tales”.

Las miles de personas que se congregaron en la Plaza de San Pedro aplaudieron cuando Francisco realizó el rito. Entre estos creyentes hubo unos 5 mil salvadoreños que viajaron a Roma para honrar a su héroe, quien confrontó a la brutal dictadura militar salvadoreña para defender los derechos de los pobres y fue asesinado mientras realizaba una homilía.

Durante la ceremonia de canonización, el primer papa latinoamericano de la historia también advirtió sobre el “peligro de poseer riquezas”, diciendo que “el amor al dinero es la raíz de todos los problemas”.

Vemos estos donde el dinero es lo más importante, no haya espacio para Dios ni para el hombre”, dijo.

Francisco dijo que Pablo, quien supervisó los concilios ecuménicos de la década de 1960 que modernizaron a la Iglesia católica, superó grandes malentendidos para “llegar a nuevas fronteras” para seguir el llamado de Cristo. También elogió a Romero, quien fue asesinado a tiros por escuadrones de la muertes durante la guerra civil salvadoreña, diciendo que ofreció su vida para estar “cerca de los pobres y de su gente”.

A la ceremonia de canonización acudieron los presidentes Sebastián Piñera Echenique, Salvador Sánchez Cerén y Juan Carlos Varela Rodríguez; de Chile, El Salvador y Panamá, respectivamente, así como la vicepresidenta de Honduras, Olga Alvarado.

Así como la reina Sofía de España; el presidente de Italia, Sergio Matarella; y los vicepresidentes de Taiwán, Chen Chienjen, y Uganda, Edward Kiwanuka Ssekandi.

Quien no participó en la celebración es el Papa emérito Benedicto 16, quien, a su 91 años y, según el cardenal prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, Giovanni Angelo Becciu, “ya no es tan ágil como hace seis meses”.

La canonización fue recibida con fiesta en El Salvador, donde todas las campanas de las iglesias redoblaron para recibir a su primer santo, San Romero de América, como muchos salvadoreños ahora llaman a monseñor Arnulfo Romero.

Con una colorida vigilia, acompañada con cantos populares que cuentan el martirio de Romero, miles de feligreses salvadoreños y extranjeros celebraron la canonización en la capital. Más de 10 pantallas gigantes, colocadas en una plaza frente a la catedral de San Salvador, permitieron que los miles de devotos vivieran paso a paso la ceremonia en que monseñor Romero fue elevado a los altares por el papa Francisco en el Vaticano.