El primer ministro australiano, Scott Morrison, indicó este sábado que Australia reconoce oficialmente Jerusalén como capital de Israel, pero que no trasladará su Embajada de forma inmediata.

Morrison había afirmado en octubre pasado que estaba dispuesto a trasladar la embajada australiana desde Tel Aviv a Jerusalén.

La decisión del presidente Donald Trump de trasladar la embajada de Estados Unidos a Jerusalén en mayo pasado fue visto con agrado por Israel, pero molestó a los palestinos y a todo el mundo árabe y aliados occidentales.

El inesperado anuncio de Morrison en octubre fue visto cínicamente porque se produjo días antes de una elección parcial crucial con un electorado de fuerte representación judía, unos comicios que posteriormente perdió su partido.

También atrajo críticas de vecinos de mayoría musulmana como Indonesia y Malasia, ninguno de los cuales reconoce formalmente el derecho de Israel a existir. A los países árabes les preocupa que la medida inflame innecesariamente las tensiones en el Medio Oriente.

Israel considera a toda Jerusalén como su capital, incluido el sector oriental que se anexó después de la guerra de Oriente Medio de 1967, y quiere que todas las embajadas se basen allí.

La comunidad internacional cree que el estatus de Jerusalén debe resolverse a través de la negociación.

El estado de Jerusalén, hogar de lugares sagrados para las religiones musulmana, judía y cristiana, es uno de los mayores obstáculos para un acuerdo de paz entre Israel y los palestinos que quieren que Jerusalén oriental sea reconocida como la capital de su estado.

Morrison precisó que Australia no moverá su embajada a Jerusalén occidental hasta que se determine el estado final de la ciudad, pero que las oficinas de comercio y defensa se abrirán allí.

Confirmó el apoyo de Australia a una solución de dos estados con una capital palestina en el este de Jerusalén.

«Lo que estamos diciendo es que tenemos que seguir avanzando. El estancamiento rancio debe romperse«, acotó.