Viajar en el mismo vuelo que el presidente Andrés Manuel López Obrador se ha vuelto un martirio para una azafata, quien le confesó a la agencia de noticias AFP su mala experiencia.

«Es horrible que venga en mi vuelo.»  «La gente no hace caso de las indicaciones, se para de sus asientos, incluso en turbulencias, y la prensa no entiende que sus cámaras se pueden convertir en proyectiles en caso de que el avión sufra un imprevisto. Espero que nunca viaje con mi familia», comentó la azafata Alejandra Martínez, quien formó parte de la tripulación del vuelo en el que AMLO se trasladó de la Ciudad de México a Culiacán, Sinaloa, el pasado viernes.

Viaja en clase turista, se fotografía con todo el mundo, deja que lo besen, abracen o lo tomen por la cintura, y sólo cinco personas desarmadas y sus amuletos lo cuidan.

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, pone a temblar a policías y azafatas cuando sube a un avión comercial.

«Claro, las fotos que quieras», respondió sonriente AMLO, como también se le conoce, a una mujer que lo interceptó con la cámara de su celular lista justo cuando caminaba a la sala del avión que lo llevó a Sinaloa, la tierra del capo Joaquín «El Chapo» Guzmán, quien recibió un veredicto que lo dejará tras las rejas hasta su muerte.

AFP también entrevistó a un policía federal que labora en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), quien confesó que se la pasa mal cuando decenas de personas se lanzan hacia el presidente López Obrador.

«Cuando tiene que atravesar todo el aeropuerto para abordar es lo peor… la gente se le abalanza. Si un día alguien quiere hacerle algo no podremos impedirlo porque no le gusta que lo custodiemos. Ya no puedo andar así. Tiene que usar la sala VIP», concluyó el policía quien prefirió guardar su anonimato.