Al cumplirse el plazo que la oposición dio al presidente de Bolivia, Evo Morales, para que renunciara y su negativa a hacerlo, sus rivales anunciaron que radicalizarán sus acciones en medio de un conflicto político tras los resultados de unas elecciones presidenciales en las que el mandatario se declaró triunfador en medio de señalamientos de fraude.
Y en principio, el líder opositor, Luis Fernando Camacho, intentó este martes un movimiento audaz: llegar a La Paz, la capital política de Bolivia donde despacha Morales, para intentar -infructuosamente- entregarle directamente una carta para que el mandatario firmara su renuncia bajo la acusación de fraude electoral.
Seguidores de Morales se parapetaron en el aeropuerto de La Paz e impidieron que Camacho saliera. Un vuelo contratado por las autoridades regresó al líder opositor a Santa Cruz, “para resguardar su seguridad”, dijo el ministro de Gobierno, Carlos Romero.
Camacho, presidente del poderoso Comité Cívico de Santa Cruz, convocó el lunes en la noche a un mitin con miles de manifestantes opositores en las calles, llamó a radicalizar las protestas desde el martes para forzar la dimisión del mandatario y dijo que tiene lista la carta de renuncia de Morales.
El sábado, Camacho había dado un ultimátum al gobernante para que renunciara hasta el lunes tras la muerte de dos manifestantes opositores en Santa Cruz en choques con oficialistas.
Morales calificó la acción opositora como un intento de golpe de Estado.
Una comisión técnica de la Organización de Estados Americanos (OEA) realiza una auditoría electoral a pedido del gobierno y se esperan resultados para la próxima semana.
Y en el primer comunicado desde que estalló la crisis, las Fuerzas Armadas anunciaron la víspera que “velarán por el mantenimiento de la democracia, la unidad del pueblo” y exhortaron al cese de la violencia. En el texto, sin embargo, no se menciona el nombre de Morales o un respaldo explícito al mandatario.
El comunicado se conoce en medio de denuncias contra el gobierno de estar “comprando lealtades” de militares y policías a cambio de “bonos”. Uno de quienes ha dicho que eso ocurre es el diputado opositor, Wilson Santa María.
Santa Cruz, en el oriente, es la ciudad más poblada, motor agroindustrial del país y bastión de la oposición a Morales. La región vive 14 días de paro tras las polémicas elecciones presidenciales del 20 de octubre que dieron la ventaja a Morales en primera vuelta.
Los partidos políticos de oposición y miembros de un creciente movimiento ciudadano, al que pertenece Camacho, rechazan ese resultado alegando que el mandatario hizo fraude para reelegirse a un cuarto mandato. Bolivia vive una agitación social en todas las ciudades tras los comicios con marchas y protestas callejeras a favor y en contra del mandatario.
En La Paz y otras ciudades del país, las protestas opositoras continuaban con cortes de rutas en calles y avenidas y actividades comerciales y laborales a medidas debido al conflicto que ya se prolonga por tres semanas.
El martes hubo nuevos amagues de enfrentamientos y agresiones entre transportistas que buscan despejar rutas y manifestantes que mantienen barricadas en las calles de las principales ciudades.
Una columna de partidarios del mandatario realizaba el martes una marcha por el centro de la ciudad.
En Beni, al noreste, los choques entre grupos contrarios dejaron la víspera 10 heridos.
Estas son las mayores protestas que enfrenta Morales en sus casi 14 años en el poder.
El mandatario llegó debilitado a los comicios por escándalos de corrupción y su empeño de reelegirse pasando por alto un referendo que le negó esa posibilidad, lo que encendió el rechazo ciudadano a pesar de su buena gestión económica, que garantizó estabilidad, baja inflación y crecimiento.
El respeto al voto moviliza las protestas en Bolivia. De parte del gobierno, grupos afines también protagonizan marchas para exigir que se respete el resultado.