“Empiezan jugando con nuestra inteligencia y siguen socavando nuestra dignidad”.

Frente al descontento del primer gasolinazo de este año y la estrategia del miedo usada para apaciguar el repudio, cabe preguntarse: ¿Ahora se usará el patriotismo exacerbado que surgió como respuesta a las medidas de Donald Trump, para menguar la ola de repudio que generará el inminente segundo aumento de los combustibles previsto para febrero?

Sé que a muchos esta pregunta les parecerá ofensiva precisamente por los llamados a la unidad nacional que de todos lados surge, pero créame que si queremos salir del atolladero en el que nos encontramos es pertinente no dejarnos llevar por la obnubilación que provoca el nacionalismo a ultranza.

Vayamos por partes.

Antes de que la casi totalidad de la atención nacional fuera atrapada por el señor Trump, todos estábamos enardecidos por el impacto del gasolinazo en nuestra economía familiar. Marchas, plantones, tomas de casetas y protestas de todo tipo mostraron el encono de la medida dictada por los responsables de la economía nacional.

No es para menos, al aumento de los combustibles siguió el aumento en alimentos y en términos generales en casi todo.

Tal fue el impacto que de acuerdo con cifras recientes del  INEGI la inflación en las primeras dos semanas de enero fue de 4.78 por ciento, cifra que rebasó el 3 por ciento calculado por el Banco de México para todo el año.

La popularidad de la gestión del presidente Peña llegó a sus mínimos históricos de acuerdo con una encuesta realizada por el periódico Reforma, en la cual el 86 por ciento dijo desaprobarla.

Al menos desde que se realizan encuestas en nuestro país para saber los índices de aceptación de una administración, jamás se habían visto números tan negativos.

El país se había unificado en contra del gasolinazo y en contra de sus artífices.

Hasta que tomó posesión Donald Trump de la presidencia de los Estados Unidos y empezó con sus órdenes ejecutivas a acelerar lo que había prometido en su campaña electoral.

La amenaza real que significa para México la administración actual de los Estados Unidos hizo que casi todos –unos por ambición, otros por sinceridad y otros más por ignorancia- pensáramos en la pertinencia de cerrar filas en torno a México y, por supuesto –aunque no nos guste y con sus limitantes respectivas- también en torno a quienes nos representan frente al gobierno de las barras y las estrellas.

Pero, pensar en la pertinencia de estar unidos frente a las amenazas externas no resuelve nuestros problemas internos, porque la corrupción sigue – México cayó 28 lugares en el  Índice de Percepción de la Corrupción en el sector público, elaborado por Transparencia Internacional-, continúan las ejecuciones y la violencia de todo tipo, y por si fuera poco cada vez está más cerca la renovación de la presidencia de la república en el 2018.

Guillermo Aboumrad, director de Estrategias de Mercado de Finamex Casa Bolsa, dijo en una reciente nota para Forbes México, que se espera para el 3 de febrero un nuevo gasolinazo del 8 por ciento.

Por si acaso, ya se curó en salud la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (Antad), en voz de su dirigente, Vicente Yáñez, quien dijo que de haber otro gasolinazo en febrero no abrirán sus tiendas por temor a los saqueos.

¿No le parece que están dadas las condiciones para que nos apliquen un segundo gasolinazo y ahora lo hagan abogando a nuestro sentido patrio?

En lo personal creo que sí, por eso debe quedar claro que nuestro sentimiento de solidaridad en torno a lo que es nuestro país de ninguna manera debe entenderse como un respaldo incondicional a las autoridades y a los políticos.

Nuestro país es mucho más que los políticos de nuestro país, por eso es oportuno dejar clara la posibilidad de que intentarán conmovernos por el amor patrio mal entendido.

¿Está usted de acuerdo?

Abel Pérez Rojas (@abelpr5) es escritor y educador permanente.