En el momento de escribir esta columna, la cotización del euro respecto al peso sigue desplomándose, para comprar un euro se necesitan 19 pesos con 49 centavos y en febrero pasado, había que poner 26 pesos. La debilidad de la moneda única europea es síntoma evidente de que Europa es el epicentro de la actual crisis económica, primero por culpa de la invasión rusa a Ucrania y segundo, por las catastróficas consecuencias de un histórico cúmulo de sanciones impuestas por Estados Unidos y sus aliados europeos y asiáticos a Rusia.
Desde que inició la invasión (el 24 de febrero) los líderes europeos decidieron darse un tiro en la pierna para apoyar a Ucrania, ante el enorme temor de los países balcánicos y otros de Europa del Este, de ser los siguientes en la lista de la ocupación militar ideada por el dictador ruso, Vladimir Putin y sus asesores.
Con cada peldaño escalado en sanciones más sanciones y una Europa enfurecida apoyando con equipo militar, armas e inteligencia militar al gobierno de Volodímir Zelenski, la contrarrespuesta rusa ha venido –tal y como se esperaba- dando en la diana de la debilidad europea: su enorme dependencia energética sobre todo al gas y al petróleo rusos también a los granos y cereales ucranios y rusos.
En los prolegómenos del largo invierno europeo, Putin juega su baza y querrá castigar a los europeos dejando que se congelen y mueran de hambre sin tener gas, ni electricidad. La misma estrategia de siempre, ya la aplicó Hitler y sus tropas nazis, cuando intentaron tomar Stalingrado en ese sangriento asedio de hambre y frío que culminó el 2 de febrero de 1943.
Y mientras se mira con incertidumbre (y temor) la llegada del invierno, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha dado el varapalo que ya había anunciado hace unos días: la economía mundial se enfría no por el invierno sino por la maldita invasión, hoy en día una guerra que ya supera los siete meses y que no tiene indicios de terminar. Es más ya nadie sabe bien cómo terminarla, ni cómo terminará.
Si la inflación parecía pasajera en varios países derivada del desequilibrio entre la producción y los servicios de reparto como producto de los confinamientos y las restricciones de la pandemia, al final el espectro ha terminado de salir por completo del armario y se quedará entre nosotros por varios largos meses.
Si para 2022, el FMI espera un PIB mundial del 3.2% y una inflación mundial del 8.8%, de lo que está hablando el organismo internacional es de una peligrosa estanflación; uno de los desórdenes económicos más dañinos para la fuerza laboral y para el tejido social porque es un destructor del ingreso y del bienestar. Es un caníbal del poder adquisitivo y obliga a los bancos centrales a subir tasas en espiral intentando frenar al monstruo y la consecuencia, a la vuelta de la esquina, es una crisis financiera con bancos quebrando, familias perdiendo sus hipotecas y sus casas, fusiones financieras, corralitos y salvamentos gubernamentales. La destrucción.
A COLACIÓN
Para 2023, el panorama parece más negativo, eso dice el FMI, será mientras dure la guerra. Para el PIB mundial estima un crecimiento del 2.7% y en buena medida las economías avanzadas sufrirán hasta una recesión.
La eurozona crecerá marginalmente un 0.5% pero dos economías muy importantes entrarán en recesión como son Alemania, la locomotora europea, estaría cayendo un 0.3% e Italia, su PIB, lo haría un 0.2 por ciento.
Al parecer estarán mejor las economías emergentes tanto en 2022 como en 2023: si en 2022 las economías avanzadas crecerán de media 2.4% y un 1.1% en 2023, las economías emergentes tendrían un PIB promedio del 3.7% este año y el próximo, también del 3.7 por ciento.
Mientras Estados Unidos empecinado en tirar a Putin a través de toda la presión de las sanciones y de la ayuda militar a Ucrania solo crecerá este año 1.6% y en 2023, un 1%; la economía china lo hará 3.2% en 2022 y 4.4% en 2023. El más envidiado será India, con un PIB estimado del 6.8% en 2022 y del 6.1% en 2023 y dentro de América Latina, México crecerá un 2.1% este año y se espera un PIB del 1.2% el próximo año.
Ahora bien, ¿qué pasará con la economía rusa? Más de ocho rondas durísimas de sanciones de todo tipo han sido impuestas por Washington y sus aliados intentando aislar a Rusia. Sin embargo, la economía rusa estaría cayendo un 3.4% en 2002 y un 2.3% el próximo año prueba de que el castigo ha sido más duro para Estados Unidos y sobre todo para la eurozona que para la propia Rusia.
Las sanciones han sido un fiasco. No solo en febrero los líderes europeos decidieron tirarse un tiro en el pie sino que varios meses después, el tiro ya se ha resentido en la otra pierna y ha dejado coja a la economía europea rumbo a una recesión con los europeos tronándose los dedos con la incertidumbre de abrigo.
Y nadie habla de paz, más bien de darle armas a Kiev. El G7 en una reunión telemática extraordinaria con Zelenski acordó darle más armas sobre todo sistemas de defensa antiaéreos NASAMS que serán enviados por Estados Unidos mientras Alemania ya le ha surtido de otros equipos antiaéreos IRIS-T. Los representantes de estos siete países del mundo advirtieron a Putin que rendirá cuentas.
También la OTAN, en voz de Jens Stoltenberg, confirma que seguirán apoyando a Ucrania con nuevo armamento y envalentonado anuncia que la próxima semana tendrán unos ejercicios militares de disuasión nuclear. No hay tiempo para la paz y eso asusta, porque en esta espiral, Europa está metida en la lucha de poder entre Estados Unidos y Rusia, los dos jalan la cuerda cada vez más fuerte. La recesión significa hambre…
@claudialunapale