En un dramático giro de los acontecimientos políticos en Bolivia, el general Juan José Zúñiga lideró un intento de golpe de Estado al movilizar tanques y tropas hacia la Plaza Murillo, epicentro del poder gubernamental en La Paz. Zúñiga, quien había sido destituido previamente de su cargo, entró con vehículos militares intentando acceder al Palacio Presidencial, desatando una crisis que dejó al país sudamericano en inquietud.
El presidente Luis Arce confrontó directamente al general Zúñiga dentro del palacio, ordenándole retirar las tropas y denunciando el acto como un intento de alterar el orden constitucional. Este incidente subraya las profundas divisiones políticas dentro de Bolivia, especialmente en el seno del partido gobernante Movimiento al Socialismo (MAS).
Antecedentes de la Crisis
El intento de golpe de Estado surge en un contexto de creciente conflicto entre facciones del MAS, especialmente entre seguidores de Arce y del expresidente Evo Morales. Desde su ascenso al poder en 2020, Arce ha enfrentado presiones internas y externas para mantener la unidad del partido mientras se prepara para las elecciones de 2025. Morales, líder histórico del MAS, ha sido una figura polarizadora, desafiando públicamente a Arce y reclamando un rol prominente en la política boliviana.
La crisis política en Bolivia se remonta al año 2019, cuando Morales renunció a la presidencia en medio de protestas masivas y denuncias de fraude electoral. La sucesión presidencial de Morales por Jeanine Áñez exacerbó las tensiones, provocando enfrentamientos violentos y dejando un saldo de víctimas mortales. Las elecciones de 2020, que llevaron a Arce al poder, no lograron resolver completamente las divisiones en la sociedad boliviana ni dentro del MAS.
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El Rol de Zúñiga y las Acusaciones de Morales
Zúñiga, quien ha sido acusado por Morales de operaciones irregulares y de intentar obstaculizar su potencial candidatura en 2025, ha emergido como una figura central en la reciente crisis. Sus acciones han sido interpretadas como un intento de debilitar la autoridad del gobierno legalmente constituido, irritando aún más la inestabilidad política en el país.
Organizaciones internacionales han expresado preocupación por la situación y han llamado a la calma y al diálogo como vías para resolver las diferencias políticas en el país.
La incertidumbre política ha generado repercusiones económicas significativas en Bolivia, incluyendo escasez de liquidez en dólares, aumento de los precios y bloqueos que afectan la vida cotidiana de los ciudadanos.
El futuro político de Bolivia sigue siendo incierto, mientras el gobierno de Arce intenta restaurar la estabilidad y enfrentar los desafíos internos y externos. Con las elecciones de 2025 en el horizonte, el país se enfrenta a decisiones críticas que podrían definir su curso político y económico en los próximos años.
El intento de golpe de Estado en Bolivia ha destacado las profundas divisiones políticas y sociales que persisten en el país, poniendo a prueba la capacidad del gobierno y de la sociedad civil para preservar la democracia y la estabilidad en tiempos turbulentos.