El futbolista español Saturnino Navazo, cuya carrera se truncó por la Guerra Civil española, el exilio en Francia, la Segunda Guerra Mundial y los trabajos forzosos en el campo de exterminio de Mauthausen, destaca entre las historias futbolísticas de quienes sufrieron la represión nazi que recoge una exposición berlinesa.
La exposición, que lleva por título ‘Sport. Masse. Macht’ o «Deportes. Masas. Poder» y que fue inaugurada en paralelo a la Eurocopa, plantea un viaje al interior de la parte más traumática de la historia germana a través del fútbol y el gran daño que hizo el Tercer Reich a este deporte por su carácter racista, aunque los nazis dejaron a prisioneros, como Navazo en Mauthausen, jugar al fútbol.
Huyendo de la victoria del bando nacional en España, Navazo acabó como otros miles de huidos de España como «inmigrante no deseado en Francia», explicó a EFE Julian Rieck, comisario de la exposición.
«Cuando los alemanes atacaron Francia y ganaron en esa batalla, necesitaban mano de obra para trabajos forzosos y obligaron a Francia a entregar mano de obra, en este caso españoles», agregó.
Algunos fueron enviados a Mauthausen, donde los más afortunados pudieron jugar al fútbol.
«Les trataron muy mal allí por ser republicanos e izquierdistas y ‘rojos’, pero, poco a poco, con la llegada de los prisioneros judíos y soviéticos, los españoles subieron en la jerarquía del campo y pudieron formar un equipo de fútbol», añadió Rieck.
Sólo un 1 % de los prisioneros disfrutaron de ese privilegio, según él.
Ganar en el campo de exterminio
‘Sport. Masse. Macht’, creada por el Museo de Deportes de Berlín y la Agencia What Matters, exhibe incluso una reproducción de la copa precariamente manufacturada por los prisioneros del campo de concentración de Sachsenhausen, situado próximo a Berlín.
Las victorias «mejoraban la capacidad de sobrevivir», pues ganar «se recompensaba con cigarrillos y pan», recuerda uno de los paneles de la muestra, ubicada en la Casa del Deporte Alemán, cerca del Estadio Olímpico de Berlín, una de las sedes de la Eurocopa.
No tuvieron oportunidad de continuar con sus carreras figuras judías del fútbol, víctimas de la ideología del nazismo.
Rieck recordó el caso de «Julius Hirsch, internacional alemán que ganó dos ligas antes y después de la Primera Guerra Mundial y que por ser judío fue expulsado de su club en abril de 1933 y luego fue deportado al campo de exterminio de Auschwitz, donde fue asesinado en marzo de 1943».
Gottfried Fuchs, otro internacional alemán que por ser judío vio su vida en peligro en la Alemania nazi, tuvo más suerte, y logró escapar a Canadá.
Futbolistas y competiciones, víctimas de la represión
Futbolistas, pero también clubes y hasta torneos enteros fueron reprimidos hasta las últimas consecuencias por los nazis porque esos deportistas y organizaciones deportivas no eran compatibles con la ideología nacionalsocialista.
Por ejemplo, como consecuencia de que en 1938 las autoridades alemanas aprobaron su legislación antisemita prohibiendo, entre otras cosas, la participación de los judíos en actividades deportivas, dejó de celebrarse la Copa Hakoah, competición que enfrentaba a clubes de fútbol de alemanes de cultura hebrea y cuyo trofeo se exhibe en forma de reproducción en la muestra berlinesa.
Clubes como el Schild Paderbon o el Bar Kochba Fránfort que participaban en esa competición dejaron de existir, al igual que equipos de adscripción católica o asociados al movimiento obrero, ya fueran socialdemócratas o comunistas.
La expansión belicista del Tercer Reich también acabó con competiciones como la Copa Mitropa tal y como se conocía hasta 1940. La Segunda Guerra Mundial y las consecuencias de la misma llevó a que esa competición no se retomara hasta 1954.
Interés nazi en el fútbol
Sin embargo, «al nacionalsocialismo le interesó el fútbol porque a través de él tenían acceso a las masas», destacó Rieck, quien recordó que, en paralelo a la represión de este deporte, el régimen mantuvo una liga alemana para arios.
«Los equipos durante el nazismo incluyeron en sus estatutos párrafos arios o disposiciones para que los judíos no fueran aceptados. En el Bayern de Múnich, por ejemplo, eso ocurrió en 1935», recordó Rieck, que también puso de relieve, al igual que la muestra, el uso propagandístico del fútbol y del deporte en general que hizo el nazismo.
De hecho, hasta bien entrado 1944, poco antes de la derrota total del Tercer Reich, la Alemania nazi mantuvo su liga de fútbol para dar una sensación de normalidad pese a la guerra y ofrecer a las masas un lugar donde mantener los «ritos nazis», concluyó Rieck