Tras un informe sobre el empleo en Estados Unidos publicado el pasado viernes, aumenta la preocupación de los inversores por la posibilidad de una recesión, este temor ha sido exacerbado por el desplome de índices bursátiles en los que el dólar y el euro han perdido un 2% frente al yen durante este lunes.

Las bajas registradas en Asia durante el fin de semana provocaron que las principales bolsas de Europa abrieran a la baja, con una notable caída en los valores bancarios y tecnológicos, esta situación ha afectado a importantes centros financieros como París, Londres, Madrid, Milán y Frankfurt.

Según el NBER (National Bureau of Economic Research), una recesión es «una disminución significativa de la actividad económica que se extiende por toda la economía y dura unos pocos meses», las recesiones no son infrecuentes, ya que la actividad económica es cíclica, con períodos de expansión que alcanzan un punto máximo y luego retroceden antes de comenzar a expandirse nuevamente.

La economía estadounidense ha atravesado 34 recesiones desde 1854, durante una recesión, el PIB puede disminuir entre un 2% y hasta un 5%, la recesión causada por el COVID-19 fue inusual por su corta duración, pero la disminución de la actividad económica fue tan generalizada en todas las industrias, grupos demográficos y regiones geográficas que el Comité determinó que equivalía a una recesión.

La Gran Depresión fue esencialmente una recesión extremadamente severa, pues el PIB cayó un 29%, el desempleo alcanzó el 25%, los precios al consumidor y al por mayor se desplomaron, y un tercio del sistema bancario quebró.