En medio del horror que azota Gaza, la historia de Mohammed Abu Al-Qumsan se convierte en un trágico recordatorio del impacto devastador de la guerra en las familias. Este joven de 31 años había salido de su hogar en Deir al-Balah con la esperanza de registrar el nacimiento de sus gemelos, Asser y Ayssel, quienes habían llegado al mundo apenas tres días antes. Sin embargo, su alegría se tornó en luto cuando recibió la noticia de que su esposa e hijos habían sido víctimas de un ataque aéreo israelí.

Mientras Mohammed sostenía los certificados de nacimiento, símbolos de un nuevo comienzo, su vida se desmoronaba. “Me han dicho que un proyectil de tanque golpeó el apartamento en el que estaban”, relató entre sollozos, su voz temblorosa llena de incredulidad. Había estado en el ministerio de Interior gestionando los documentos cuando recibió la desgarradora noticia.

La escena en el hospital Al-Aqsa era devastadora. Mohammed se arrodilló junto a los cuerpos de sus seres queridos, envueltos en sudarios blancos, una imagen que se ha vuelto común en Gaza en medio del conflicto. La multitud que lo rodeaba compartía su dolor, mientras otros observaban impotentes desde los balcones ante la tragedia que se desarrollaba.

La guerra ha dejado una huella imborrable en Gaza, donde los ataques aéreos y la escasez de recursos han llevado a la población a vivir en condiciones extremas. “La serie de masacres continúa”, lamentó el médico Khalil al-Daqran, quien fue testigo de la llegada de más de 12 víctimas al hospital ese día. La vida en Gaza se ha convertido en un ciclo interminable de desplazamientos y sufrimiento, y la historia de Mohammed es solo una entre muchas en este caos.

Mientras tanto, el gobierno israelí asegura que se esfuerza por evitar las bajas civiles, responsabilizando a Hamás por la situación. Sin embargo, la desesperación de Mohammed resuena con fuerza: “Les ruego. Déjenme verlos”, clamó a los funcionarios de salud, su angustia palpable en cada palabra. La imagen de un padre que acaba de conocer la alegría de la paternidad, ahora abrumado por la pérdida de su esposa e hijos, es un testimonio de la brutalidad del conflicto en Gaza.