Redacción deportes, 29 sep (EFE).- Tadej Pogacar conquistó en solitario su primer maillot arcoíris en el Mundial de Zurich 2024 con una exhibición de otra época, atacando a 100 kilómetros del final y completando los últimos 51 solo, lo que supone un suma y sigue para una temporada inmaculada e histórica del esloveno.
Tras Pogacar (Klanec, 1998), el australiano Ben O’Connor se hizo con la medalla de plata y el neerlandés Mathieu van der Poel ganó la de bronce, aunque quedó claro que hubo dos carreras, la del esloveno y la del resto. El futuro se presenta negro para los demás en todas las citas en las que esté.
Pogacar marcó un tiempo de 6h:27:30 en los 273,9 kilómetros de recorrido en un circuito en Zurich, con un desnivel acumulado de 4.470 metros, a un promedio de 42,410 km/h, en una cita en la que después de tres días lluviosos lució el sol. Tomaron la salida 195 ciclistas de 57 países.
En la carrera se completaron en siete ocasiones las subidas a Zürichbergstrasse (1,1 km al 8 % y máximas del 15 %) y Witikon (2,3 km al 5,7 % y máximas del 9 %).
Exhibición para igualar a Merckx y Roche
Semejante exhibición le permitió igualar la gesta de Eddy Merckx en 1974 y de Stephen Roche en 1988, cuando ambos ganaron Giro de Italia, Tour de Francia y Mundial, pero ninguno sumó además un ‘monumento’. Pogacar lo hizo con la Lieja-Bastoña-Lieja.
El resto estuvo muy lejos de acercarse al nivel que mostró Pogacar, que convirtió un recorrido muy duro en un puro monólogo. Ni el belga Remco Evenepoel ni Mathieu van der Poel, los otros grandes favoritos y los dos últimos campeones, fueron capaces de poner en entredicho la portentosa actuación de su rival.
La lucha por las medallas
El pulso en los kilómetros finales se centró en la conquista de las medallas, por las que estuvieron pugnando un buen rato Ben Healey y Tom Skujins. Por detrás venía un grupo de elegidos con los españoles Enric Mas y Roger Adriá, Marc Hirschi, Bauke Mollema, Ben O’Connor, Romain Bardet, Quinn Simons y los siempre presentes Evenepoel y van der Poel. O’Connor, tras ser segundo en la Vuelta, logró la plata, y van der Poel el bronce.
El español confirmó su cambió de mentalidad y no dudó en atacar en la ascensión a Witicon, aunque se tuvo que conformar con entrar entre los mejores y ser octavo.
Tras unos kilómetros de tanteo con intentos a cargo de los más modestos, la primera fuga se conformó definitivamente a los 43 kilómetros con ocho ciclistas. Varios componentes ya eran referentes para su selección como el suizo Silvan Dillier, el noruego Tobias Foss, el portugués Rui Oliveira o el alemán Simon Geschke.
El sexteto -también estaban el polaco Piotr Pekala y el luxemburgués Luc Wirtgen- llegó a gozar de una diferencia por encima de los 5 minutos y medio sobre el grupo principal, en el que los eslovenos no tardaron en asumir las responsabilidades junto a los belgas. Pogacar y Evenepoel no querían sorpresas inesperadas.
En esos primeros kilómetros, lo más destacado fue la caída del francés Julian Alaphilippe. El doble campeón del mundo se vio obligado a retirarse con una clavícula rota y también resultó afectado el español Peio Bilbao, que abandonó. También dejaron la carrera el español Mikel Landa y el danés Mattias Skeljmose.
Todavía con el sexteto por delante, la selección española pasó al ataque con Pablo Castrillo a 130 km de meta. Aeleró en Witikon y ya empezó a endurecer la carrera.
La réplica el movimiento de Castrillo no tardó en llegar y una decena de corredores consiguieron abrir hueco hasta que, sin tardar mucho, terminaron formando un grupo cabecero de dieciséis unidades.
Fuera de cualquier cálculo
Lo que no entraba en ningún cálculo, ni en el de los más optimistas, era que Tadej Pogacar lo intentara cuando faltaban más de 100 kilómetros para llegar a la meta.
En los últimos años se ha ido elevando poco a poco el listón del límite de kilómetros para lanzar un ataque ganador, pero ninguno se había registrado con más de dos horas de máximo esfuerzo por delante. Ni Evenepoel ni van der Poel ni ninguno otro de los aspirantes se movieron. El monstruo esloveno no lo dudó.
A 100 km de meta, conocedor de que su equipo no sería capaz de mantener el pulso con la todopoderosa selección belga, se mostró dispuesto a buscar la victoria en solitario.
Pogacar contra el mundo
Era Pogacar contra el mundo, encarnado en esos momentos por el equipo de Bélgica, que puso a todos sus efectivos a trabajar. Poco a poco se sumaron otros como los neerlandeses ¿Aguantaría el esloveno? Esa era la duda a despejar, pero en muy poco tiempo había alcanzado la barrera del minuto.
Eslovenia quemó el único efectivo que tenía para mantener a su líder al frente, sin importarle los catorce corredores de otros combinados que le acompañaban. Jan Tratnik se dejó hasta el último gramo de sus fuerzas para mantener la ventaja para ‘Pogi’.
Tras un breve respiro, volvió a acelerar a 78 km de meta y se quedó solo. Tuvo alguna duda de si seguir en solitario o quedarse con algún acompañante y lo encontró en el francés Pavel Sivakov, que era rival, pero también compañero de equipo. Los intereses empezaban a difuminarse.
Por detrás, Evenepoel no se conformaba, pero sin encontrar a nadie que le acompañase. Parecía un quiero y no puedo del belga, pero también del resto. A van der Poel le costó, pero también terminó por involucrarse. Aunque la impotencia fue la que marcó las acciones de sus rivales, incapaces de echar abajo la fuga del esloveno.
Por parte española, Peio Bilbao y Mikel Landa abandonaron tras sufrir sendas caídas. Enric Mas y Roger Adriá se metieron en el grupo de los elegidos pero no les llegó para tocar medalla, pero las tuvieron cerca. El mallorquín fue octavo y el catalán undécimo. Juan Ayuso acabó vigésimo sexto.