El coraje, la rabia, la desesperación e impotencia de pobladores por saber dónde están “sus desaparecidos” tras un enfrentamiento armado entre el ejercito y presuntos huachicoleros en Palmarito Tochapan, generó un caos en la autopista Puebla-Orizaba a la altura del kilometro 185.
Piedras, palos, barricadas, fuego y llantas invadieron los carriles de esa vialidad por alrededor de cinco horas, debido a que los pobladores que pertenecen al municipio de Quecholac acusaron que el Ejército mexicano en los ataques de la noche del 3 y madrugada del 4 de mayo mataron a civiles.
Los habitantes reportaron que hay tres menores desaparecidos y que una mujer recibió un disparo en la frente cuando salió a comprar tortillas. Además, de que mataron a un campesino que estaba lavando el cebollín que había cosechado.
“Regresen a los desaparecidos”, fue la principal consigna que lanzaron los pobladores que se atrincheraron por diversas horas sobre la autopista; desde donde exigieron la liberación de las personas que ellas señalaban como desaparecidas, la entrega de los cuerpos de las personas fallecidas y castigo para los elementos que dispararon contra civiles durante el enfrentamiento.
Ante el bloqueo, cientos de transportistas quedaron varados, mientras que otros “trataron” de evadir la vialidad al buscar caminos alternos sin tener suerte; por lo que tuvieron que aguantar horas de congestionamiento.
Al lugar llegaron elementos del Ejército mexicano, policía federal y estatal, quienes dialogaron por varias horas con un grupo de mujeres -en representación de la población- con la intención de llegar acuerdos y liberar la autopista.
Después de un tiempo, se logró despejar la vialidad ya que una comitiva negoció con las autoridades del gobierno estatal en la sede de la Secretaría General de Gobierno.
Elementos de Caminos y Puentes Federales (Capufe) limpiaron el asfalto de la autopista en la que horas antes se inició la quema de llantas en ambos sentidos para impedir la circulación.
Los presidentes municipal, Néstor Camarillo, y auxiliar, Mario Monterrosas, nunca acudieron al lugar de los hechos, ni siquiera para dialogar con los habitantes o para respaldarlos.