El rock mexicano se encuentra de luto tras el fallecimiento de Javier Bátiz, figura emblemática y pionera del género en el país. Reconocido como el «Padre del Rock and Roll Mexicano», este músico originario de Tijuana dejó una huella imborrable en la historia de la música nacional. En 1957, fundó el grupo Los TJ’s, que absorbió y adaptó las influencias del blues y el R&B que llegaban a las ciudades fronterizas, inspirándose en leyendas como Muddy Waters, B.B. King y James Brown.
Su estilo y compromiso con el arte transformaron la escena cultural mexicana y dejaron una huella imborrable
Bátiz no solo destacó por su virtuosismo en la guitarra, sino también por ser mentor de artistas que marcaron época, como Carlos Santana, Álex Lora y Fito de la Parra, entre otros. Fue un catalizador del movimiento de rock auténtico en México, promoviendo un estilo propio que se alejaba de los covers de éxitos en inglés y abriendo paso a una contracultura que definió a toda una generación. Su impacto fue fundamental en la creación de bandas icónicas como Three Souls in My Mind.
Uno de los momentos más significativos de su carrera ocurrió en 1969, cuando lideró un concierto multitudinario en la Alameda Central de la Ciudad de México ante una audiencia de más de 18,000 personas. A lo largo de su trayectoria, Bátiz también desarrolló proyectos como una escuela de guitarra, publicó su autobiografía «El Vuelo del Ángel» y colaboró con artistas internacionales como Canned Heat, llevando su talento a escenarios europeos.
Más allá de su música, Javier Bátiz personificó la esencia del rock como un movimiento cultural y artístico. Con más de 50 años de carrera, su partida representa una gran pérdida, pero su obra seguirá influyendo en generaciones futuras, consolidándose como un referente indiscutible del rock mexicano y universal.
Con más de cinco décadas de trayectoria, su partida marca el fin de una era, pero su legado continuará inspirando a futuras generaciones de músicos y amantes del rock