Desde mediados de noviembre, la costa Este de Estados Unidos ha sido escenario de una creciente ola de avistamientos de drones no identificados, particularmente en Nueva Jersey, Nueva York y otros Estados cercanos. Los avistamientos han generado teorías de conspiración, preocupaciones ciudadanas y un aumento en las especulaciones, especialmente a medida que algunos de los drones se han acercado a instalaciones militares sensibles y propiedades privadas, como el campo de golf de Donald Trump en Bedminster.

A pesar de la creciente alarma, la Casa Blanca ha intentado calmar los ánimos, asegurando que estos avistamientos no representan una amenaza a la seguridad nacional ni son producto de operaciones extranjeras hostiles, como las de China en 2023. Sin embargo, tanto residentes como legisladores de ambos partidos exigen respuestas más claras y una actuación más contundente por parte del Gobierno federal, tras los incidentes que han involucrado vuelos cercanos a zonas de alto riesgo, como aeropuertos y bases militares.

El FBI y otras agencias federales están investigando el fenómeno, pero aún no logran esclarecer si se trata de un solo dron o de una flota coordinada. Las autoridades locales han recibido miles de informes de avistamientos, aunque muchos de estos resultaron ser aeronaves legales o falsas alarmas. La presencia de drones cerca de la base aérea Wright-Patterson en Ohio y el aeropuerto de Boston ha incrementado la presión sobre las autoridades, que aún no han identificado a los responsables.

Mientras tanto, las autoridades de Nueva Jersey, donde la presencia de los drones es más notable, siguen presionando al Gobierno federal. El gobernador Phil Murphy y otros legisladores han solicitado un enfoque más estricto en la regulación de los vuelos de drones y mayores recursos para la investigación. La especulación sobre posibles amenazas extranjeras, especialmente de países como China, Rusia o Irán, ha alimentado la ansiedad y el debate público.

Aunque las autoridades insisten en que no hay indicios de que los drones representen una amenaza inminente, la inquietud de los ciudadanos persiste, y la presión sobre la administración Biden continúa creciendo, especialmente en vísperas de un cambio de Gobierno. Con la incertidumbre en aumento, la Costa Este de EE. UU. sigue bajo la mirada atenta de aquellos que buscan respuestas sobre este enigmático fenómeno aéreo.