El Gobierno de Estados Unidos comenzó la construcción de un muro fronterizo secundario entre el desierto de Santa Teresa, en Nuevo México, y Ciudad Juárez, Chihuahua. La obra abarca 9.6 kilómetros y tiene como objetivo reforzar una zona considerada de alta actividad de contrabando y migración irregular.
La nueva estructura consta de postes de acero de unos nueve metros de altura. Estos reemplazarán parte de la antigua malla metálica de 5.5 metros, ya deteriorada por años de intentos de cruce y sabotaje.
Mayor seguridad en un corredor migratorio clave
Según el medio Border Report, los bolardos que se están instalando ahora son mucho más resistentes. Están parcialmente rellenos de hormigón, lo que complica su perforación y daña las herramientas utilizadas por grupos criminales, según confirmó un funcionario estadounidense.
Esta franja fronteriza es una de las más activas en términos de tráfico de personas. Además de las nuevas barreras, Estados Unidos ha desplegado miles de tropas; y ha entregado al Departamento de Defensa el control de vastos tramos de terreno federal.
Antecedentes del proyecto
La iniciativa forma parte de una estrategia más amplia impulsada desde la administración de Donald Trump. El plan también contempló la creación de Áreas de Defensa Nacional (NDA). Estas zonas tienen hasta 18 metros de ancho y se ubican en Arizona, Nuevo México y partes de Texas.