Cuando nos enamoramos todo el universo baila a nuestro alrededor, no hay persona más interesante e importante que la que nos ha despertado tal amor, con el tiempo la emoción va dosificándose, se transforma y vuelve a la calma, o se termina y nos produce uno de los dolores más intensos que podemos experimentar: el desamor.
Son pocos los casos afortunados en los que el sentimiento finaliza al mismo tiempo en ambos integrantes de la pareja, en gran parte de las historias alguien queda más lastimado o aún enamorado, tomando actitudes que generalmente no ayudan para llegar pronto a la aceptación… ¿y qué puede contener a la tristeza de no quererse a uno mismo cuando no se es querido por el otro?, cuando impera el amor propio es menos complicado admitir que el hecho de no ser correspondidos o dejar de ser amados es una circunstancia que nada tiene que ver con la valía personal, y comprender que un alto porcentaje de relaciones no son para siempre, que las personas, las circunstancias y también los sentimientos cambian.
¿A dónde va el amor que alguien sentía por ti o que se tuvieron mutuamente? Solo cambia… o desaparece.
Y podemos pensar que se va hacia otra persona, y tampoco es cien por ciento cierto, nadie te quita el amor que te daba para brindárselo a otra persona, simple y sencillamente ocurre un proceso distinto en otra dirección, pero, suponiendo que fuera así, ¿Por qué sufrimos por quién no nos quiere? ¿No es señal de mala salud mental? Porque hablando claro, no deberíamos elegir seguir amando a quien ya no nos corresponde, nos lastima o se enamoró de alguien más, en señal de un sano auto concepto y de un firme y eficiente amor propio necesitaríamos sacar nuestros más grandes recursos para poder voltear hacia otro lado, sobre todo, para mirarnos y amarnos en lugar de mendigar un amor inexistente.
Y luego, están los argumentos, las historias que se cuentan para dar por terminada una relación, a veces, claro, son ciertas, otras pueden no serlo sin dejar de ser válidas, hay que recordar que la gente tiene derecho a cambiar de opinión, a dejar de amarte y también a irse cuando se quiera ir, sin embargo, cuando las explicaciones faltan o son contradictorias el asunto del desamor parece una razón para perder la razón.
No es fácil decirle a alguien que ya no lo amas, y es menos, mucho menos fácil escucharlo y admitirlo, aunque podría ser mejor, ya que terminaría con toda esperanza y nos invitaría a colocar un punto final en lugar de permanecer aferrados a puntos suspensivos quién sabe por cuánto tiempo.
¿Hay alguna forma de concluir una relación de la mejor manera? Es seguro que sí, se requiere honestidad, respeto y cariño por lo que se vivió y por la persona que un día amamos.
Obviamente ante el rompimiento hay demasiadas emociones, creencias, prejuicios, y tal vez también heridas que dificultan la posibilidad de actuar inteligente y maduramente, aunado a que el cerebro requiere procesar otras emociones para distanciarse del objeto que le produce dolor, por eso en algún momento del duelo sentimos tanto enojo, porque estamos sanándonos y procesando distinto la imagen de la relación y de la ex pareja, lo esperado es que después de esto logremos ver con objetividad lo que en un principio nos pareció una injusticia, una traición o la peor de las tragedias amorosas.
En honor a la propia respetabilidad es indispensable aprender a alejarse sin causar más dolor o si es necesario a acercarse sin tocar las heridas.
Al final es cierto eso que dicen de que el tiempo cura todo, lo que es un motivo más para permitir que este haga lo que tiene que hacer para curar un corazón roto, y ayudar al tiempo con una actitud responsable y amorosa, ocupándote de ti, de tu vida, resignificando, desdramatizando y reflexionando qué fue lo mejor que obtuviste de esa experiencia.
¿Cuándo sabes que tu corazón está curado? Cuando puedes mirar al pasado sin resentimiento y cuando agradeces lo vivido y lo aprendido, entonces te das cuenta de que has soltado esa historia, y que el amor no se va, el amor se queda en ti, y te aseguro que en algún momento te volverás a enamorar… ¿lo pensé o lo dije?
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