El polémico caso de las presuntas ejecuciones registradas en Palmarito Tochapan ya es tema nacional, competencia de la Sedena y del gobierno federal.

Un asunto que el presidente Enrique Peña Nieto (EPN) debe tratar con la delicadeza y firmeza que amerita el caso si es que no quiere que se le revierta y se convierta en un escándalo mayor como los registrados en el pasado.

Un tema que debe ser analizado, pensado, estudiado y resuelto con estricto apego a derecho por los especialistas y sin la presión de los medios de comunicación.

Porque de ser por algunos comunicadores, locales particularmente, los elementos del ejército que participaron en el famoso operativo del 3 de mayo pasado en Palmarito ya habrían sido detenidos, enjuiciados, condenados y hasta fusilados pos sus actos.

Es una pena que en el caso Palmarito suene más el amarillismo, la nota roja, la de sangre y la que vende más que la cordura, la razón, la prudencia y la legalidad.

Ya lo he dije y lo reitero, los vídeos sobre la balacera entre militares y presuntos huachicoleros son claros y muestran a todas luces cómo se dio la batalla entre ambos grupos.

Una pelea que fue a muerte, y en la que aparentemente se les tendió una emboscada al grupo militar que realizó el operativo contra el huachicol y sus protagonistas.

Así que lo más recomendable en ese sentido, amigo lector, es que sin dejarse llevar por lo que dice el sensacionalismo observe personal y detenidamente los mentados vídeos de Palmarito, los cuales retratan la violencia generada, eso sí, por los verdaderos responsables de todo esto, los huachicoleros.

Porque ahora resulta que municipios serranos, en donde existe un clima extremado de pobreza, hambre y carencias de todo tipo cuente con cámaras de circuito cerrado que vigilan cada movimiento del lugar.

Es evidente que las bandas de dedicadas al huachicol, a la ordeña ilegal de los ductos de Pemex, están tan bien organizadas que cuentan con cámaras de vigilancia que les ayudan a controlar la entrada y salida de lo que hoy llaman “su territorio”.

¿No les parece extraño que en medio de la nada aparezca una cámara de video que cuida la entrada y salida de Palmarito?

¿O nos van a decir que fueron colocadas por los campesinos para garantizar su seguridad?

¿Y no es muy extraño que un campesino que vive de su siempre y cosecha sea propietario de una camioneta de lujo BMW, valuada en una cifra de miles de pesos?

¿Pues que sembraría en sus tierras para poderse dar esos lujos?

Entonces, ¿qué campesino, dedicado exclusivamente a trabajar sus tierras, tiene recursos para armarse hasta los dientes, para colocar circuito cerrado en su comunidad y para transportarse en vehículo de lujo?

¿A quién quieren engañar con el cuento del soldado abusivo que mata por matar y sin piedad?

El enfrentamiento registrado en Palmarito es un asunto que ya no es responsabilidad del estado sino del gobierno federal y del ejército.

Eso sí, queda  claro, luego de registrada la balacera en Tochapan, que el crimen organizado le apuesta a todo, con inteligencia, tecnología, armamento y recursos económicos para continuar su lucha contra la autoridad y perpetuar el robo a Pemex.

Ya vimos que los huachicoleros son capaces de cualquier cosa con tal de quitarse de encima al ejército.

Y aún más si la venta ilegal de huachicol se expande.

Por  pronto el gobernador Tony Gali ya hizo su parte, lo mismo que las autoridades de la Fiscalía del Estado, la PGR y la Sedena.

¿Y el resto de los poblanos cuándo vamos a contribuir a que se termine el fenómeno del huachicol?

¿Hasta cuándo vamos a dejar de comprar robado y a detener la corrupción?

Lo que es verdaderamente necesario en México es que se apliquen las leyes a cabalidad, se meta a la cárcel a los corruptos, incluidos los políticos, y se termine con la impunidad.

Así tanto el huachicol como el narcotráfico y los delitos graves podrían disminuir y en una de esas hasta terminar.

¿Voy bien o me regreso?

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