Hablar sobre embarazos en adolescentes es un tema que debe considerarse ya como problema de salud pública debido a las graves consecuencias que genera a nivel social, esto reflejado en las alarmantes cifras que cada año se reportan y que no disminuyen, y que representa un 20 por ciento del total de los nacimientos en México, Universal (2016). Principalmente es una cuestión que el sector salud y el educativo deben tomar en sus manos para tomar acciones prontas y puntuales, pero además toda la sociedad debe integrarse en este objetivo, que amerita acciones urgentes.

Esta situación la he observado desde años atrás, la cual me preocupa y he externado en diversas ocasiones y en diferentes momentos en esta columna; son dos las razones fundamentales: La primera, es por las cifras que cada año se van acrecentando y que no disminuyen, como se evidencia en el artículo publicado en esta semana en Excélsior, titulado “México social: niñas y madres” donde se retoman datos oficiales de INEGI que muestran la gravedad de dicho asunto:  “…Entre 2011 y 2015 se registra un promedio anual de 2.47 millones de nacimientos, de los cuales se registran 456,504 casos en mujeres menores de 19 años…”, lo que significa que casi quinientos mil nacimientos en México son producto de mujeres jóvenes y adolescentes, que no cuentan con la suficiente madurez emocional,  psicológica  y física, ni mucho menos con la solvencia económica necesaria para hacerse cargo de la crianza integral que debe tener un hijo.

Aunado a todo lo anterior, este problema se convierte en grave por las consecuencias que genera socialmente, como la conformación de generaciones carentes de oportunidades de toda índole, debido a las circunstancia en las que nacen, como la baja calidad de vida que suele ponerlos en la indefensión, esto por no contar con los cuidados apropiados, la asistencia social, la educación, la alimentación adecuada, el desarrollo psico-emocional indispensable, aunado a una salud precaria, la inseguridad y la pobreza; factores que a los menores no les permite vivir en las condiciones apropiadas y los hace ser susceptibles de vivir en una línea de riesgo, y en el peor de los casos, caer en las manos de la delincuencia.

El segundo aspecto y que no se debe perder de vista, es el cambio radical de vida de las mamás adolescentes, quienes muy probablemente tendrán que abandonar sus estudios para la “crianza” temporal de sus hijos, -porque seguramente terceras personas lo harán por ellas- y de la alta posibilidad de no acceder más a otro nivel educativo, y pronto se verán obligadas a trabajar a edad temprana y en un empleo mal pagado,  además lamentablemente en su mayoría no contarán con el apoyo del padre, quien usualmente no se hará cargo del asunto,  -lo cual es otro tema que amerita estudio y análisis para otra columna-. Por otro lado viene a su vida una sensación de insatisfacción que genera la propia edad, de no poderse hacer cargo de la vida de un ser, cuando ellas no han terminado de lograr la madurez.

El problema de los embarazos adolescentes tiene muchas aristas, y para poder entender un poco más las causas, tuve el privilegio de entrevistar al demógrafo egresado de la Universidad de Chicago, Carlos Welti Chanes quien forma parte del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. El especialista aseguró que en la actualidad las políticas públicas como acción sobre este grave problema han dejado de existir, y que no hay acciones puntuales sobre el tema de población a nivel municipal, estatal y nacional, y que los esfuerzos sólo se basan sólo en campañas publicitarias para tener una actitud responsable, lo cual definitivamente no es suficiente para atender dicho problema.

Welti aseguró que el principal factor que provoca los embarazos adolescente no radica en la desinformación, sino en que los jóvenes no tienen un proyecto de vida, y que es necesario que se instrumenten medidas para que los adolescentes elijan otras alternativas para que tengan un desarrollo integral, y una de los factores que influyen de manera negativa es que en realidad, el proyecto de vida de las mujeres en México sigue siendo precisamente la maternidad. De manera puntual el demógrafo aseguró que los jóvenes necesitan acceso real a la educación, salud y empleo para mejorar realmente sus condiciones de vida.

Como lo he asegurado en reiteradas ocasiones el problema de los embarazos adolescentes radica también en la falta de eficacia de la “educación sexual”, sin duda es necesario redoblar esfuerzos en concientizar a los jóvenes sobre el ejercicio de una vida sexual responsable y sobre todo en las consecuencias, ya que además de proporcionar información, es necesario como dijo Carlos Welti Chanes que los jóvenes tengan una dirección en su vida, es decir incentivar a los adolescente a que tengan un plan,  en el cual se tracen metas a mediano y corto plazo, que visualicen primero que quieren en su vida y cómo llegar a ellas, pero aunado a esto, es necesario contar con las oportunidades básicas de desarrollo, mismas que proporcionan la educación, y el acceso al trabajo.

Sin duda alguna la carencia de amor y una educación integral, generan individuos inestables emocional y psicológicamente, lo cual se suma a la lista de personas frustradas, negativas, que al no contar con acceso a oportunidades aumentan el grupo de individuos que conforman un peso social que se unen al grupo de seres humanos que enfrentan todo tipo de carencias, lo que genera una sociedad plagada de personas con desajustes en su personalidad, que muchas veces eligen caminos fáciles como la delincuencia y la violencia que tanto afecta actualmente a México, lo que le ha generado un alto costo en todos los aspectos, y evidentemente a estas alturas no necesitamos de este tipo de personas que nada abonan al progreso de un país al que le urge re direccionar su rumbo, entonces seamos conscientes y hagamos algo.

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