Donativos de 5 pesos el “cerillito”, de 5 pesos al “viene, viene” del estacionamiento, de 3 pesos al limpiador de parabrisas que se instala a la salida del supermercado, donde también piden ayuda ancianos enfermos y “boteros” de supuestas fundaciones, se han convertido en una carga para quienes acuden a realizar sus compras buscando un ahorro.

“Me siento muy mal conmigo misma, me apena mucho, pero ya no doy propinas ni donativos cuando voy al súper, pues con ellos, lo poco que ahorré buscando precios más bajos ahí se me va, y la situación económica está muy difícil para todos”, comenta Laura González Lucas, vecina de la colonia Tulipanes, a la salida de la plaza comercial Gran Sur.

Hace notar la señora González que le apena especialmente no dar propina al “cerillo” que le embolsa su compra, “pues en muchos casos son ancianos que ya deberían estar descansando en su casa, y que son las 10 de la noche y siguen trabajando”. Explica que si el “cerillito” es un adolescente, su propina era de 3 pesos, “pero a un anciano me apena darle menos de 10 pesos, o cinco, por lo menos”.

Sin embargo, si acude al supermercado a comprar tortillas, “pues ahí me cuestan 9.50 pesos y no 14 pesos, como en la tortillería, y de paso me llevo 10 bolillos, con lo que me ahorro 2.50 pesos, pues en las propinas pago más de lo que me ahorré”.

Y es que tanto “cerillos” como los “viene, viene” no son empleados de las tiendas, sino colaboradores que no perciben sueldo, deben comprar sus uniformes, y en el caso de los “acomodadores” de autos, recoger carritos de súper y formarlos, además de mantener aseadas las áreas que les son asignadas.

Estas personas, ancianos o indígenas, principalmente, permanecen a la intemperie en climas soleados, calurosos o fríos, lluviosos o secos, y consumen botellas de agua y tacos de sardinas, atún, jamón, queso, etcétera, que compran en la tienda.

Cuando los “cerillitos” son adultos mayores, entonces deben presentarse muy limpios, ser muy corteses con la clientela, y en el caso de las mujeres, presentarse bien peinadas y de preferencia maquilladas.

“Pues sí, me apena ya no dar propinas, pero la verdad es que cada día me alcanza menos para comprar y ya cuido hasta los pesos y centavos”, comenta la señora González.