El martes pasado tuve el gusto de saludar a tres colegas economistas (dos mexicanos y uno español) expertos en análisis económico y global, fundamentalmente me interesé por conocer sus puntos de vista acerca de la salud económica de Estados Unidos bajo la Administración de Donald Trump, y sobre todo después del batacazo de Wall Street.

Se trata de Delia Paredes, directora ejecutiva de Análisis Económico de Grupo Financiero Banorte, Jorge Gordillo, director de Análisis económico de Cibanco; y Javier Urones, experto financiero y en análisis económico de XTB Trading.

Para Paredes, las razones detrás del ajuste observado en los últimos días en las bolsas tienen que ver con las preocupaciones de los inversionistas en torno a tres temas: 1) El ciclo de expansión de la economía norteamericana que entra ya en su octavo año consecutivo apoyado tanto por el cambio tecnológico como por la extraordinaria liquidez provista por los bancos centrales alrededor del mundo. “Muchos analistas consideran que la economía americana está ya en pleno empleo por lo que el impulso fiscal podría ser netamente inflacionario”; 2) la valuación de los mercados que se encuentra en su nivel máximo desde 2009 y en plena temporada de reportes, “los inversionistas se preguntan si los niveles de valuación son los correctos”; y 3) políticas monetarias menos laxas.

Por su parte en la visión de Gordillo era claro que había un nivel de sobrecompra y que tarde o temprano llegaría la corrección y el pretexto fue una mezcla de temores acerca de la inflación.

En España, Urones desmenuzó el pánico colectivo primero como una gran corrección “en Europa así lo hemos entendido” no se ve –al menos momentáneamente- como algo mucho más grave que pudiera prolongarse en el tiempo ni terminar trastocando los fundamentales de la macroeconomía.

“Lo que sucede es que los inversionistas que participan en el sector bursátil están viendo que los datos de empleo son buenos, una economía que llega al pleno empleo podría traer consigo una inflación salarial y si encima los empresarios por la reforma fiscal -que son estímulos- suben los sueldos y salarios esto termina traduciéndose en inflación; la inflación salarial hace que la gente tenga más dinero para comprar y gastar, por ende, se convierte en inflación entonces ha llegado a la macroeconomía y eso implica una reacción en materia de tasas de interés”, argumentó Urones.

Después está la duda acerca de lo que se espera de Jerome Powell al frente de la FED, para Delia Paredes, el nuevo titular del banco central de Estados Unidos continuará muy atento al desarrollo de las presiones inflacionarias.

Lo primero, añadió Jorge Gordillo, es valorar la actuación de Powell que no sea realmente un títere de Trump y mantenga esa sana independencia de la política monetaria.

A COLACIÓN

El presidente Trump ha eslabonado un discurso de política económica que hace a su país ganador pero que, a mediano plazo, le mete en una burbuja sobrecalentada que además de terminar pinchando puede jalar al mundo a otra recesión.

En la economía real no se puede tener todo: un dólar fuerte, Wall Street subiendo récord tras récord y tasas de interés elevadas con los bonos del Tesoro a 10 años aspirando las inversiones hacia un refugio seguro como es la renta fija por encima de la inflación.

El nivel que le duele a la Bolsa, agregó Urones, es cuando “el bono del Tesoro a 10 años ofrece unos intereses a partir del 3% ahí Wall Street ya ve la competencia y le teme porque es renta fija por encima de la inflación”.

¿Pueden las políticas ganadoras del America First que eslabona el presidente Trump meternos en una recesión en unos años más?

En la visión de Delia Paredes: “Creo que estamos todavía lejos de este escenario, aunque sí existen razones para estar preocupados.  Cabe destacar que la reforma fiscal de Trump implica que el Tesoro norteamericano se verá en la necesidad de emitir mayor cantidad de bonos para cubrir su creciente déficit -lo que implica mayor oferta de papel- mientras que la FED no sólo ya no está expandiendo su balance, sino que inclusive ha iniciado ya su etapa de reducirlo, es decir, habrá menor demanda. Adicionalmente existe el riesgo de que China pudiera cambiar sus políticas de inversión de sus reservas internacionales en el sentido de reducir su exposición a los bonos norteamericanos”.

En el mismo sentido se conduce el argumento de Jorge Gordillo: “Quizá pueda provocar que el ciclo sea más corto porque en principio todos sabemos que tasas más altas van en contra del crecimiento; les afecta a las deudas de las empresas, el financiamiento también se vuelve más caro, se le resta liquidez al sistema”.

Javier Urones lo enfatizó así: “El problema añadido es que no se puede tener todo a la vez y sí puede provocar que un sobrecalentamiento de la economía derive en otra crisis”.

La obsesión del magnate inmobiliario por administrar las cuentas de un país, como si fuese la contabilidad de sus empresas, bien podría terminar provocando una mala jugada, comenzando por meter al mundo en una burbuja prerrecesiva que, tarde o temprano, termine pinchando y para mal.  Tiempo al tiempo…

Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales