Cuadros grandes, expresivos, detalladamente delineados hasta agotar la más mínima expresión, el realismo socialista aupado bajo el régimen de Stalin abarcó todo el arte y las áreas del conocimiento, no dejó resquicio para la duda capaz de cuestionar –en ese momento- la grandeza de lo que significaba  la URSS.

La obra expuesta en el Museo Ruso de Málaga llama poderosamente la atención no sólo por la reminiscencia de aquellos años, de aquellos días de glorias  pasadas, también por la cantidad de rusos asentados en las bellas costas malagueñas  que al visitar la magna exposición  no dudan, ni tantito, en comparar al viejo régimen stalinista con el chovinismo de Vladimir Putin.

“Se parecen mucho”, dice con cierta sorna, un inversionista dedicado al sector inmobiliario residente en Marbella, enclave de la más selecta jet set internacional donde cada día se dejan ver grandes fortunas rusas y chinas en sus mejores barcos y en sus mejores coches con sus mejores galas.

“Por supuesto, no lo estoy diciendo en sentido de apariencia física, el rudo aspecto de Stalin contrasta con la armonía atlética del actual mandatario ruso símbolo de la belleza masculina eslava; empero, a los dos, les gusta mucho la concentración de todo el poder posible y comparten su idea magnificente del gran Imperio”, medio balbucea el empresario en voz baja, acaso para que nadie más le escuche.

No hay muchos rusos en el extranjero capaces de criticar abiertamente al régimen de Putin, nadie toma a juego sus años y experiencia en el KGB que según sus detractores (que no son pocos) le ha permitido montar su propio cuerpo de élite -de espionaje- en torno a su red de gobierno.

El político nacido en Leningrado es para muchos un enigma, incierto e impredecible: gracias a su sobrada inteligencia y astucia ha podido remontar sus duros orígenes, en una familia de obreros, que debió sobrevivir con enormes dificultades la dura etapa de miseria y de hambre de la posguerra. Putin nació el 7 de octubre de 1952.

De él se han escrito varias biografías, una reciente es la de Vladimir Fédorovski autor de “Putin, el itinerario secreto”, la esencia del personaje pasa por una obsesión por lograr el poder más que el dinero… ese purgatorio por encima de todas las cosas.

En 1999, el presidente Boris Yeltsin le nombró primer ministro y un año después ganó sus primeras elecciones presidenciales para el período de 2000 a 2004; fue reelecto de 2004 a 2008 y como la Constitución prohíbe continuar en el cargo otro mandato consecutivo en su lugar se quedó Dmitri Medvédev mientras Putin ejercía como primer ministro de 2008 a 2012; regresó a la Presidencia de 2012 a 2018 y recientemente recibió otro respaldo en las urnas para continuar hasta 2024.

A Putin se le pregunta insistentemente si emulará a su homólogo chino Xi Jinping que ha encontrado en la fórmula de fortalecer a su partido y reformar a la Constitución el recoveco legal para perpetuarse en el cargo; la cadena estadounidense NBC le entrevistó hace unos días y le cuestionó acerca de ello, así como de la hipotética participación de hackers rusos en las elecciones presidenciales norteamericanas de 2016 para maniobrar a favor del candidato republicano Donald Trump. Él lo niega, tanto lo uno como lo otro, a lo primero responde afirmando “que no soy eterno, yo en 2024 tendré 72 años, ¿acaso piensan que gobernaré hasta los cien años de edad?” mientras que a lo segundo revira tajantemente afirmando “que no es su problema simplemente porque no hay tal injerencia”.

Pero sano y fuerte como es, vigoroso dicen las rusas que recientemente agotaron el calendario 2018 donde apareció mostrándose deportista, ecologista, su lado militar y más masculino, bien podría llegar con todas sus facultades intentando la perpetuidad desde Moscú.

Xi Jinping es un año menor que él y no esconde sus intenciones de continuar al frente de China después de 2022; Putin dice que por el momento… no.  Aunque a ciencia cierta nadie lo sabe, menos después del resultado electoral: arrasó en las urnas con el 76.67% de los votos a su favor, contra siete candidatos más, aunque a nivel internacional nadie puso en duda que su reelección sería un hecho.

En Crimea, uno de los puntos álgidos entre el Kremlin y la Unión Europea (UE) fueron celebrados por vez primera comicios electorales, allí el 90% de los votantes también se inclinaron por darle otra oportunidad al frente del gobierno de la Federación de Rusia.

A COLACIÓN

No puede ser más protagonista en el entorno internacional el posicionamiento de Rusia como gran actor geopolítico es incuestionable: entró en la guerra de Siria en 2015 para sostener en el poder a Bashar al Assad, un año antes se había anexionado Crimea tras un referéndum señalado como ilegal por Ucrania y condenado por la Unión Europea y Estados Unidos; se ha hecho además aliado de primer orden de Irán, China y Turquía.

En la UE le temen y le sancionan, Reino Unido lleva un par de años denunciando constantes escaladas militares en actividades de espionaje;  y por si faltase algo por todos lados se habla de los hackers rusos maniobrando en las elecciones de medio mundo y de ex espías envenenados con sustancias prohibidas y letales en suelo europeo. La gran pregunta es: ¿Por qué Putin está tan activo?

Directora de Conexión Hispanoamérica, economista experta en periodismo económico y escritora de temas internacionales

@claudialunapale