La pandemia que hoy por hoy atemoriza al mundo entero, provoca diferentes formas de conducta en connacionales, comportamientos que van desde apatía en determinado nivel de autoridad, negación de la existencia de este mal, ausencias de medidas preventivas, hasta el olvido en la entrega de insumos para el personal de salud, material útil para ejercer el servicio de médicos, enfermeras, camilleros y demás profesiones que atienden la salud.

También ha despertado actuaciones denigrantes de unos cuantos al maltratar física y moralmente a la cuadrilla que han elegido por vocación de lidiar por la fortaleza del cuerpo.

Es triste, por decir lo menos, saber el comportamiento de unos instintivos que golpearon  a médicos de un hospital del IMSS asentado en la alcaldía de Azcapotzalco por negar el ingreso en la zona de pacientes recluidos en zona de extremado riesgo de contagio, actos prepotentes de unos con delirio de grandeza, tan solo por desempeñar una responsabilidad política administrativa en Oaxaca, derrame de líquidos de limpieza y de bebidas candentes a quienes portan con orgullo la vestimenta  enfermera,  agresiones verbales y evasión de la presencia por temor al contagio. Hasta el momento de redactar estas líneas se registran 21 actos de agresión realizadas en algunas entidades federativas.

Por fortuna, la población consciente reconoce la vocación de servicio, entrega, gracia, gallardía, auxilio y asistencia que distingue este ejército de vestimenta blanca; signo de limpieza y transparencia.  Niños con sentimiento altruista se han dado la tarea de aplicar su tierna imaginación al crear mascarillas para donarlas a un hospital en estado de Oaxaca.

El sector empresarial en el área de turismo ha ofrecido albergues con todo su personal para pernoctar a médicos, enfermeras, y demás. Colectividad de taxistas y transportistas se ofrecen trasladar en forma gratuita a este distinguido personal, grupos de artistas se han dado la tarea de cantarles a los galenos alojados para reponer energías y al día siguiente continuar atendiendo enfermos.

Varios de estos profesionales de salud, desde antes de que se aceptara que el coronavirus COVID-19 llegaría a México, ya habían sido recluidos, otros prefirieron el autoencierro para no contagiar a sus familiares. En tanto que otros para no padecer el desagradable comportamiento de discriminación entre sus vecinos y en medio de transporte que abordaban. Los agresores ignoran que este personal ha dejado familia, pasatiempo, comodidades de sus hogares para permanecer en los hospitales exponiendo su salud. A pesar de los cuidados que ellos mismos se someten a diario y el abastecimiento propio de sus equipos de seguridad, aun así han sido contaminados por el virus.  El periódico Reforma ha mencionado que el 10 por ciento de los decesos por este padecimiento han sido de este sector de salud.

Fabiana Maribel Zepeda Arias, quien ostenta la titularidad de la División de Programas de Enfermería, se dirigido al sector de la sociedad inconsciente y pendenciero para pedir respeto y evitar más acometidas contra sus iguales, he aquí parte de su alocución: “Duele hablar de esto. Duele hablar de lo que pasa a tu gente, duele hablar de los trabajadores de salud, que también somos personas, que también tenemos familias, que hoy estamos dejando muchas cosas. Estamos dejando nuestras casas, nuestra familia, estamos dejando nuestra vida en las unidades hospitalarias. Y esto es gratuito, esto lo decidimos, porque todos los días decidimos ser lo que somos, y no sólo hablo por las enfermeras y los enfermeros, hablo por todo el personal de salud, por todo aquel que porta un uniforme y que está convencido de que la atención a la salud es lo mejor”. Palabras emergidas desde el corazón. Corazón de humanista práctico y no presuntuoso.

La peligrosidad del virus puso en guardia a médicos, investigadores y especialista en salud, con antelación avisaron a sus familiares que no irían a casa a visitarlos, el pretexto ha sido exceso de labores, solo para no angustiar a sus parentelas del peligro que causa el virus invisible a los ojos, pero descomunal por la mortandad que está causando.

La crisis de salud que se vive en el ámbito mundial ha despertado el sentimiento solidario en personas conscientes del sacrificio, humanismo y comprensión de galenos, asistentes, apoyando por personal médico calificado con vasta experiencia en epidemias anteriores, la experiencia adquirida ha servido para diseñar tecnología propia para esta patología viral, y la están compartiendo por la solidaridad y sentimiento humanitaria.

El sector salud posee profundo sentimiento humanitario, en reconocimiento a su sapiencia y ardua labor en estos tiempos, conmino a la ciudadanía a brindar respeto a su persona, apelo a su solidaridad y auxilio para que los dejen realizar su provechosa labor con tranquilidad, que la energía destructora sea canalizada para la creatividad y la paz social.

Comparto las sabias palabras de Albert Einstein: “El mundo no será destruido por personas que hacen maldades, sino por personas que lo ven y no hacen nada”. Por eso, al menos mis palabras sean para pedir respeto a su integridad física y moral.