Por Alex Vázquez

La medicina y el arte son consideradas disciplinas solo para algunos, para los privilegiados, a lo largo de los años podemos encontrar que es parte de construcciones sociales ya que históricamente solo a algunos se les preparaba para sanar y a otros pocos también se les educaba para hacer música o danza.

Ambos unidos por la magia de la sanación o la ritualidad en la respuesta a una petición lanzada a la naturaleza o deidades.

Al transcurrir los años Arte y Medicina se separaron, sin embargo, al iniciar la academia de las artes de manera formal fue necesario volver la vista a los puntos que unen a estas disciplinas.

Esta relación puede ir en ambos sentidos, la medicina que previene y rehabilita a la danza y la danza que restituye a personas (no especializadas en arte precisamente).
La danza puede reducir la ansiedad, aspectos relacionados a la depresión, genera endorfinas, mejora la respiración, circulación, fortalece al cuerpo, entre otros beneficios y la medicina tiene la capacidad de verificar que todo esto sucede en el cuerpo de quien hace danza.

Por otro lado, la medicina estudia las lesiones y enfermedades que se pueden relacionar a una práctica dancística indebida (por ignorancia generalmente).
La relación reside en el cuerpo humano, el cuerpo como tal es el punto de intersección. El cuerpo como objeto de estudio, como herramienta de trabajo, como contenedor de procesos y fuente de expresión.

Ambas disciplinas estudian el funcionamiento del cuerpo humano, desde diferentes perspectivas entienden lo que sucede si se mueve, siente dolor o satisfacción.
La danza ocupa estímulos internos y externos para moverse y experimentar, llega a resultados estéticos, hablando meramente de ella como arte, mientras que la medicina es la ciencia dedicada al estudio de la vida, la salud, las enfermedades y la muerte del ser humano.

Ambas pueden lograr el bienestar de las personas.
“Cuando un cuerpo se mueve, es el objeto más revelador. Baila para mí un minuto, y te diré quién eres” (Mikhail Baryshnikov), pensemos en un cuerpo danzando, más allá de cómo lo haga en el exterior, su interior también esta activándose, por un lado su respiración y pulso comienzan a alterarse, por otro su cerebro comienza a trabajar, mientras el individuo baila evoca sensaciones, recuerdos e incluso emociones, esto implica que sus neurotransmisores comiencen a fluir y en el exterior podamos ver calidades y cualidades de movimiento muy marcados y gesticulaciones específicas.

El hecho es que nadie se puede esconder de sí mismo y al final la verdad se encuentra, todo lo que sucede al interior surge en el movimiento, la danza es una forma de gritar lo que se siente, incluso un bailarín resfriado no logra hacer una coreografía o un movimiento bien hecho cuando su cuerpo se siente enfermo, y esto sucede en cualquier persona.

Otro punto de encuentro que se puede mirar es el dolor, más allá de los estudios científicos, análisis y comprobaciones, el arte (Danza en este caso) y medicina son capaces de hacer frente a las desgracias con dignidad.

A lo largo de la historia del Arte Terapia o la Danza Terapia podemos encontrar casos de enfermos mentales o “locos”, enfermos de tuberculosis, sobrevivientes de cáncer, incluso como pacientes con Alzheimer pintan el proceso de su enfermedad.

Pero también tenemos a los afectados por la guerra, personas como Oliver Messiaen o Fredericke Dicker-Brandeis. Ambos privados de su libertad por el ejército nazi, ambos artistas.

Oliver Messiaen compone “Cuarteto para el fin del mundo” en un campo de trabajo, con 4 instrumentos de 4 músicos que lograron que los soldados no les quitaran sus instrumentos musicales. Mientras que Friedl Dicker-Vandais con los niños y niñas del guetto de Terezin, en Chekia; Diseñadora, artista y educadora, formada en la Bauhaus, después de trabajar con Edith Kramer en la recuperación de niños refugiados, organizará de forma sistemática el trabajo a través del arte como modo de recuperación y resistencia a la muerte, con los niños –en casos terriblemente traumatizados- que llegaban a Terezin, uno de los guettos judíos más importantes en la Europa dominada por el nazismo.

En un lugar y tiempo donde no había alimentos o esperanza, el Arte fue la manera de sobrevivir, dentro de los dominios de la muerte danzar, actuar, escribir, pintar y hacer música era una forma de existir, había arte.

El arte puede salvar al mundo, yo en lo particular lo hago un demi plié a la vez.
Es evidente que la medicina también lo hace, esta relación es histórica; Aun cuando pueda parecer poco probable, la danza incluso sin tener tintes terapéuticos ayuda a mejorar la calidad de vida, que como mencionaba anteriormente la medicina también lo hace. Ambas disciplinas pueden coexistir sin que una sea más que la otra y lo más importante es que pueden funcionar en dos direcciones.

Seguramente en estos momentos te estarás preguntando que tiene que ver todo esto con los DDHH.

Al igual que el arte y la medicina los DDHH son tema que por años se han tenido que estudiar, evaluar y ejecutar de modo que todas las personas puedan gozar de ellos, sin embargo, en muchas épocas de la historia humana y en diversas zonas del planeta pareciera que estos derechos son solo para algunos pocos privilegiados, sin embargo, no es así, los DDHH son universales y dentro de ellos encontraremos Los Derechos Culturales, de los cuales escribiré a continuación.

En septiembre de 2016 por primera vez La Corte Penal Internacional sentencia la destrucción de construcciones históricas y religiosas como crímenes de guerra. Este antecedente da lugar a que el Articulo 27 de La declaración de los Derechos Humanos se haga cumplir con peso real para garantizar la vida cultural de las personas que fueron vulneradas en Irak. Dicho articulo se relaciona estrechamente con los artículos 22 y 29 que garantizan el derecho a la vida económica, social y cultural ya que son derechos profundamente ligados a la dignidad humana.

¿Arte, medicina y derechos humanos? Si. Todo ser humano sin importar su nacionalidad, raza, etc. Tiene derecho a gozar y ser parte de esta vida cultural y científica de su comunidad, los gobiernos deben proveer accesibilidad a todos sus ciudadanos a la educación, al arte, servicios de salud, etc.

Esto no significa que únicamente podamos ir a un museo o al teatro, si no que también es nuestro derecho el poder hacer, ser parte de un grupo de teatro, poder exponer pinturas, publicar artículos relacionados a la ciencia y la tecnología, poder proteger nuestro trabajo (derechos de autor).

Al inicio del texto explique un poco como relaciono el arte (en forma de danza) con la medicina, esta relación me parece importante cuando hablamos de DDHH, di algunos ejemplos de como sectores de la población fueron vulnerados, pero también como de alguna forma hicieron valer sus derechos, la salud y el arte también han jugado el papel de ser resistencia y resiliencia. Conocer y apropiarnos de nuestros derechos puede ser vital, desde lograr que una persona con discapacidad se vuelva un individuo independiente, lograr las gestiones para sanar y rehabilitar, hasta resguardar memorias de la misma humanidad.

Los derechos culturales como tal tienen vigencia a partir de 1976 y desde entonces la socialización de los mismos no ha dado los resultados que, a mi parecer, deberían de tener. En la agenda 2030 de ONU (donde nuestro país es Estado Parte) habla de estos derechos como fundamentales para el Desarrollo Sostenible.

En este punto si usted no se lo ha preguntado, yo si lo hago ¿Por qué son importantes? ¿Qué tiene que ver esto con aquello? Desde mi percepción, creo que no se trata de sobrevivir, deberíamos vivir dignamente, como bailarina, arteterapeuta, docente y ciudadana que ha tenido que pasar por transgresiones (laborales, económicas y de género) y, sin embargo, he tenido la oportunidad de estudiar como podríamos tener bienestar, me parece que el arte y la cultura respaldados por estos increíbles DDHH ayudaran al mejor desarrollo comunitario y no solo en temas de salud.

Al abordar la relación arte-medicina me di cuenta (y espero que usted lector también lo haga) de que todo el tiempo estuve hablando de los derechos culturales que todos tenemos, pero pocos ejercemos conscientemente, incluso algunos sectores de la población llegan a rechazarlos por el terrible descuido de las autoridades que han permitido que muchas de las actividades relacionadas a estos derechos se hayan vuelto clasistas, separatistas, etc. Haciéndole creer a cientos de personas que no pueden ser parte y que no pueden o tienen el derecho a la vida digna que sí deben de tener.

Por ello estimado lector o lectora le pido a usted ser parte del cambio, ese que nos llevara a una vida sustentable y digna. Tome esa clase de canto, lleve a sus hijos a ver ballet, aprenda a mirar las estrellas y a cultivar vegetales, cuide de su salud y de su salud mental también, haga suyos sus derechos, verá que tuvo sentido leer estas palabras.