Salvador Franco Cravioto

 

Luego de la primera revolución industrial (1780-1850),se enreda por desgracia el liberalismo político con el liberalismo económico. Locke, Montesquieu, Constant, Blackstone, Coke, Madison, de economía en verdad no sabían nada

Giovanni Sartori

 

Que la política tiene que ver con la economía y la economía con la política y la sociedad es un hecho incontrovertible, tanto a nivel teórico como práctico y factual. No obstante aunque consideremos arbitrariamente el término “ideología política” como género que engloba desde una determinada perspectiva individual o colectiva a lo económico y a lo social, es conveniente hacer la distinción antes de seguir analizando lo complejo del mundo de las ideologías en el siglo XXI.

Siguiendo a Sartori, el liberalismo clásico puro y simple es libertad individual, igualdad jurídica y Estado constitucional. Pero la reacción liberal como tal -en oposición a los valores conservadores del siglo XIX, a los que eventualmente se sobrepuso- se polariza desde entonces en dos alas de tipo económico: la liberal (capitalista y de libre mercado); y la socialista, siendo esta última a su vez fragmentada en otras dos: la socialdemócrata y la marxista, la cual se impone circunstancialmente como “única verdad” socialista y comunista hacia 1890 y como final aparente de un proceso ideológico iniciado a partir de que la revolución liberal de 1848 en Francia hubiere tomado tintes socialistas.

Así es como sabemos que el liberalismo político clásico precede a la democracia actual, sobre la cual se gesta a su vez la libertad de coexistencia de pensamientos e ideologías distintas y cuyo origen histórico – filosófico es muy diverso. Incluso en países como Canadá, con una democracia liberal de tipo occidental, actualmente (2021) puede sentarse codo a codo y discutir en el parlamento un miembro del partido conservador con un miembro del partido comunista marxista – leninista.

Para Tocqueville en cambio es el democraticismo y no el liberalismo como reacción el que se parte en dos: el liberalismo, que se reconoce en la libertad individual; y el socialismo, que se identifica más con las ideas de igualdad colectiva, ambos con su respectiva dimensión política – social y económica. Pero al final concluye también que la liberal democracia de los Estados Unidos del siglo XIX -como producto histórico síntesis- y su gobierno representativo buscaban conciliar la libertad con la igualdad y la justicia a partir de una idea principal que, sin ser en aquel entonces llamada democracia, surge de las revoluciones liberales en nombre del pueblo: que mientras el liberalismo se apoya en el individuo, la democracia se apoya en la sociedad (Sartori, 2007).

Aquí sin embargo, para no entrar en mayores enredos y con el afán de continuar, lo importante era empezar a distinguir la sutil diferenciación, si es que ésta es posible, entre las ideologías políticas y sociales con las económicas, cuestión que como hemos visto no es tan simple ni sencilla.

Para empezar, la democracia actual -con todo su espectro ideológico y sistema de partidos- es por definición un sistema político y, por otro lado, hablar de sistemas económicos en un mundo tan complejo y globalizado hoy más que nunca es otra cosa.

Continúa…