La pila del bautismo estaba a medio llenar de agua bendita para que fuera rociada sobre una menor que iba a ser bautizada en la comunidad de Atzala, Puebla. En julio pasado apenas había llegado a este mundo.

La ceremonia religiosa había comenzado minutos después de las 13:00 horas del martes 19 de septiembre; los padrinos, papás y familiares se encontraban ya listos para comenzar a rezar.

Pero ese rezo se convirtió en un grito de auxilio cuando la cúpula y techo de la iglesia de Santiago Apóstol empezaron a colapsarse debido al sismo de magnitud 7 que zozobró el templo.

Se originó la tragedia. Los 13 cuerpos que se encontraban al interior quedaron atrapados; mientras que el sacerdote Néstor, junto con el sacristán, salieron corriendo por la puerta de atrás del templo.

De ser una iglesia de gran magnitud del siglo 18, se convirtió en escombro y escenario de una de las tragedias más terribles en Puebla.

Ahora 11 cuerpos yacen en sus respectivos ataúdes, a quienes los habitantes de Atzala les rezan y lloran; otros se encubran hospitalizados. Nunca se imaginaron que serían el centro de atención.

Dolo, miedo y tristeza, es lo que envuelve la atmósfera en esta comunidad ubicada en la Mixteca.

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