El sismo del 19 de septiembre, y las réplicas del ocurrido el 7 de septiembre que se sintieron este sábado no nos dejan dormir. Nos han hecho perder la tranquilidad.
Sin duda alguna se observa cierta sicosis colectiva, parece generalizada, y refleja lo vulnerables que nos sentimos.
No sólo eso: estamos ante una tragedia de dimensiones incalculables. Además de las víctimas mortales y los daños cuantiosos, estamos hablando de los efectos sicológicos y sicosociales.
Es claro que los habitantes de la Ciudad de México son quienes padecen de manera más acentuada de este estrés postraumático, pero no son los únicos.
En Puebla se ha comenzado a hablar de la necesidad de habilitar sistemas públicos masivos de atención sicológica, toda vez que según la experiencia que tuvo cada persona es el nivel de su nerviosismo actual.
Para quienes fueron testigos de la muerte de alguna de las víctimas sin duda alguna no podrán conciliar el sueño y las secuelas sicológicas serán de más largo plazo.
Para quienes sentimos el movimiento con tanta intensidad como la mayoría lo expresa, nos llevaremos varias semanas sin detener la respiración de pronto ante cualquier ruido o vaivén que pueda parecerse a un sismo nuevo.
El claro ejemplo de ello es la reacción que tuvieron los capitalinos este sábado, cuando salieron de la cama con el movimiento matutino.
Un hecho es que la normalidad tardará en llegar.
Un hecho es que una buena política pública debe ser atender esta sicosis como debe ser, con profesionales de la salud emocional.
Ojalá lo tomen en cuenta las autoridades porque esto va para largo, pues los sismos de este fin de semana fueron considerados como réplicas del ocurrido el 7 de septiembre.
Gracias y nos leemos el miércoles, pero mientras nos encontramos en redes como @erickbecerra1