Ciudad de México.- Todos los días, desde hace 50 años, Rosa María Calderón Robles, llega a la Torre Latinoamericana, ubicada en la esquina que forman las calles de Madero y el Eje central Lázaro Cárdenas en el Centro Histórico de la Ciudad de México; toma el elevador y sube al piso 16.

Desde esa altura, ha sentido diversos movimientos telúricos; no niega que se mueve la torre, pero dice que de una “forma discreta”, bastante soportable. El edificio ha resistido tres grandes terremotos desde su inauguración ocurrida el 30 de abril de 1956.

“Me siento autorizada con decir que independientemente de que ha habido terremotos, el edificio está impecable, intacto; es una estructura que hicieron de gran avance”, explicó.

Ella cuenta con un salón de belleza llamado “cielo” desde donde al arreglar a sus clientes observa parte de la capital del país, diversas construcciones, ve los aviones surcar el cielo, y sus visitantes se llevan una gran experiencia panorámica.

Relató a Síntesis que cuando le ha tocado algún sismo en su negocio, sus clientes se ponen a rezar: “recuerdo algo muy simpático, una señora que estaba aquí se puso a decir: Y retiemble en sus centros la tierra, confundiendo lo que ella quería rezar”.

No obstante, reitera que la confianza que le da es que está muy bien hecha la torre.

“Aquí ha sido prácticamente más mi casa que mi propia vivienda, porque he estado muchos años aquí y he vivido experiencias bonitas”, sostiene doña Rosa.

Toda una vida subiendo y bajando la torre

Leticia Maní Cabrera, lleva laborando diez años como elevadorista en la Torre Latinoamericana, narró su experiencia al sentir varios sismos al momento de trabajar.

“El edificio está preparado para esos movimientos sísmicos, son experiencias que pasamos aquí uno día con día”, puntualizó.

Relató que al estar en el elevador y que se presente un terremoto lo único que hace es parar el ascensor en el piso más próximo, sacar a la gente y resguardarla.

Desde el interior de uno de los 8 elevadores, la trabajadora dijo que al momento de temblar hay personas que se ponen nerviosas y se alteran, “pero tengo el deber de tranquilizarlas y darles la seguridad de que es un edificio fuerte y seguro”.

Afirma sentirse segura en el inmueble, y es un trabajo que le gusta. “Lo han dicho, es una torre muy segura para este tipo de casos”. Ella labora 8 horas al día.

“Como un barco”

La Torre Latinoamericana es un edificio de oficinas principalmente, aunque una parte del inmueble alberga un gimnasio, salón de belleza, despachos de abogados, cuestiones de computo, un restaurante, dos museos, y un bar, así lo informó el director del rascacielos, Pedro Fossas.

El directivo comentó que el edificio “flota”, basado en la forma de su construcción que inició en 1948, parte importante para la resistencia de terremotos.

“Ya llevamos 3 sismos desde que se hizo, terremotos de gran intensidad y a la torre no se le ha roto ni un vidrio”, presume.

Explicó que se hizo un estudio del subsuelo muy a fondo de una manera que no se había hecho antes; el terreno, el cual albergaba la casa de animales del Tlatoani Mexica Moctezuma II, se sabia que estaba en una zona sísmica, por lo tanto se estudió el subsuelo a una profundidad de 70 metros.

“Hay diferentes capas del subsuelo donde se concentra arcilla y capa arenosa suave. Se hincaron 361 pilotes a 33 metros de profundidad, y hace que la torre haga como un barco, es decir, está flotando; a nivel calle la torre se ha mantenido en el nivel que tiene desde que se construyó, y la calle se ha hundido un poco”, informó.

Desde el mirador de la Torre, a una altura de mas de 180 metros, Fossas reitera que desde que se construyó, el edificio es un ejemplo; la técnica con la que se construyó ha sido copiada en otros países, especialmente aquellos que construyen rascacielos en zonas sísmica; de igual forma la aplicaron algunos edificios en el país.

La labor de cimentación del edificio fue obra del ingeniero mexicano, Leonardo Zeevaert, junto con ingenieros de Estados Unidos; “sentó un precedente a nivel mundial”.

Desde el año 57 que resistió el primer terremoto, los inquilinos que tiene la Torre no se quieren ir de ahí.

Además el directivo subrayó que a raíz de la resistencia que tiene el edificio, en los últimos días, después del sismo del 19 de septiembre, tiene muchas llamadas de gente que está interesada en rentar en el inmueble.

“No tengo espacios, me queda un piso de 400 metros, pero nadie se quiere ir, el edifico se sabe que es seguro; un director responsable de obra vino a inspeccionarla, se fue impresionado de que la Torre no tenía ningún daño”, matizó.

Tan solo el año pasado el rascacielos recibió a mas de 550 mil personas para observar la Ciudad de México desde el mirados, y en este 2017 proyectan que la cifra sea de 600 mil visitantes. “Tenemos vista de 360 grados”.

Corrupción, derrumba edificios

Tras el reciente sismo del 19 de septiembre, diversos edificios en la capital del país sufrieron severos daños, algunos colapsaron, por ello, Pedro Fossas exhorta a las empresas e inmobiliarias “a que hagan bien las cosas, como Dios manda”.

“Si las cosas las hicieran bien no se hubieran caído nada (…) hay edificios muy nuevos, construidos hace un año o menos, que se cayeron o están colapsando. Si no hubiera tantas transas, tanta gente que está tratando de violar la ley, si usaran los materiales que deben usarse, no pasaría nada”, sostuvo.

Delineó que desgraciadamente en México hay demasiada corrupción y dan permiso a quienes no deben dárselos, además de que no hay una supervisión adecuada del que ejecuta la obra y se pongan los materiales que se deben de utilizar.

“Dejando de ser corrupto y transas, el país estaría tocando la puerta del primer mundo”.

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