La juventud de ahora ya no es igual, ya no traen a sus mascotas para que sean bendecidos por el sacerdote, representante de San Antonio Abad, el protector de los animales.
Así opina Doña Yolanda Vázquez, quien indicó a Síntesis que desde niña le enseñaron sus papás a ir a la iglesia para que sus animalitos sean bendecidos; no obstante, con el paso de los años se ha dado cuenta que es cada vez menor las personas que asisten.
“Antes el atrio era más lleno de gente; venían de los pueblos con sus marranitos, caballos, de todo, pero ahora con la nueva juventud no es igual”, aseguró.
Con sus más de 60 años de edad, la señora describe que dicha tradición es muy bonita porque es como un agradecimiento a los animales por su apoyo hacia sus dueños.
Ella llevó a su perrita Daysi, una mascota color gris, a quien Doña Yolanda califica como su buena compañía desde hace 5 años, porque siempre está con ella.
Antonio Abad vivió entre los siglos III y IV en Egipto y entregó todos sus bienes a los pobres para vivir como un eremita en el desierto. En la iconografía popular se le representa con un cerdo o jabalí a sus pies ya que la tradición le atribuye la curación de un cebón.
En la antigüedad, los campesinos se encomendaban al santo como protector de los animales frente a los ataques de los depredadores y enfermedades.
La bendición de San Antón se convierte en garante de salud y bienestar durante todo el año para sus mascotas; y más en la fecha del 17 de enero.
Daniel Luna, es uno de los católicos que acudió a bendecir a su mascota, pues considera que con ello, San Antonio Abad lo cuidará más.
“Siento que mi compañero (mi perro) es el que está conmigo, cuando me enfermo, él es el que siempre está alerta”, describió.
De esta manera, ciudadanos trasladaron a sus perros, gatos, conejos, loros o canarios hasta la parroquia ubicada en la 24 Norte, entre 3 pte y calle 5 de Mayo.