Tehuacán. La situación de desventaja que viven las mujeres indígenas debido a las creencias y estereotipos basados en una cultura patriarcal hegemónica, conlleva a que sean violentadas en sus derechos económicos, sociales y culturales, ante lo cual, Transformando Miradas AC (TM), emprendió en el 2010 un proceso de capacitación en diferentes comunidades indígenas, mismo que está incluido en la Metodología Lúdico Participativa con Expresión Artística y Perspectiva de Género, en el que se interrelacionan la interculturalidad y la perspectiva de género.
Las creadoras, conocedoras y replicadoras de la metodología son Patricia Cruz Sánchez, Elisa González Ramos, Nayely Huerta Torres, Maira Arroyo Aguilar y Ana Isabel González Contreras, con el apoyo del artista plástico, Isidro Rafael Martínez Valiente, a cuya iniciativa se sumó la Casa de la Mujer Indígena “Kaltlapalehuia” (CAMI) “Casa de ayuda y Mujeres de la Sierra Negra por la Equidad AC ”, integrado por Natalia Nava Olaya, Zenaida Carrera Aquino, Antonia Morales Méndez, Caritina Bertha López Sánchez, Ninfa Anallely Rodríguez Martínez, Josefina Sánchez Figueroa y Ernestina Gil Herrera.
“Como organización de mujeres, tenemos el compromiso social de compartir nuestros saberes encausados a despertar la fuerza, convicción y poder de transformación que existe en cada mujer para desnaturalizar la violencia de género y conducirnos a una vida digna, de justicia e igualdad”, pondera el equipo de TM, encabezado por Patricia Cruz Sánchez.
Fue en el año 2007, cuando un colectivo de mujeres profesionistas, después de varios años de asistir en un estado de crisis a las mujeres, niñas y niños que sufren violencia intrafamiliar, plantean la necesidad de formar una agrupación que realice acciones con una visión integral que contribuya al desarrollo humano de las mujeres y sus familias, favoreciendo la equidad y el buen trato, visualizándose en el futuro como una organización autosuficiente y especializada en perspectiva de género, con la idea de ir más allá de la atención psicológica y legal, incorporando en sus procesos la formación en derechos humanos y la prevención de la violencia, a fin de modificar aquellos significados de la cosmovisión indígena que sitúa a las mujeres, niñas y niños en un mundo de violencia oculto tras los códigos de conducta que los rigen en el ámbito familiar y comunitario.
De esa manera, el 14 de febrero de 2008, TM se constituye legalmente con el objeto social de mejorar la calidad de vida de los diferentes tipos de familias que estén en situación de violencia, mediante su protección a través de servicios integrales (psicológico, jurídico, médico) y promoviendo el respeto de sus derechos fundamentales. A partir de entonces focaliza su actuar en Coyomeapan y zonas populares de Tehuacán, municipios que forman parte de la Cruzada Nacional Contra el Hambre y que tienen en común la pobreza y la presencia indígena, siendo ahí donde implementan reuniones con mujeres para interactuar, fomentar la confianza y conocer la situación que viven frente a la violencia de género.
La metodología se aplica en un contexto rural y campesino, con grupos domésticos esencialmente de la etnia nahua, pobres y sujetos de programas de inclusión como Prospera y 70 y Más, con un mínimo grado de participación de manera organizada, donde sus integrantes contribuyen con trabajo no remunerado a su subsistencia y tienen a su interior una presencia mayoritaria de mujeres que con respecto a los hombres presenta una correlación de 84 hombres por cada 100 mujeres, cantidad inferior a la media nacional de 95 hombres por cada 100 mujeres, según el Censo de Población y Vivienda 2010, realizado por el Inegi.
Aunado a ello, es frecuente que en esos grupos uno o más de sus integrantes se inscriban en las corrientes migratorias que hay en el marco de la ruralidad y que han modificado el contexto local y sus relaciones de poder y convivencia, se caracterizan porque la mayor parte de la población son niñas, niños y jóvenes de 19 años o menos, cerca de la tercera parte de ellos están a cargo de una mujer, sea ésta madre soltera, divorciada, viuda o abandonada, en tanto el resto están bajo la jefatura masculina, situación que expresa un contexto donde ella toman y asumen las decisiones y responsabilidades en torno al cuidado y manutención de sus integrantes, pero, también expresan la vulnerabilidad en que se encuentran por estar sujetas a los condicionantes sociales de género.
La metodología se construye a partir del 2011 por mujeres que sienten y miran a otras mujeres y desde ahí pueden comprender su situación de vida, consolidándose el esquema en el año 2015, distinguiendo la interrelación de la perspectiva de género y la interculturalidad, que a manera de ejes transversales atraviesan los contenidos de capacitación en mujeres con temáticas sobre derechos humanos, derechos de las mujeres indígenas, autoestima, liderazgo, empoderamiento, violencia de género, equidad, igualdad; en niñas, niños valores, trabajo en equipo, violencia en el aula, equidad y buen trato; y con jóvenes sexualidad, proyecto de vida, infecciones de transmisión sexual, violencia en el noviazgo, prevención de embarazos en jóvenes, entre otros.
Los logros que llevó este proceso son liderazgo y autonomía de las promotoras, consolidación de diez mujeres convencidas de seguir difundiendo los derechos de las mujeres para prevenir la violencia de género, de lo cual nace el grupo de Mujeres de la Sierra Negra por la Equidad AC, quienes con el apoyo de TM crean la Casa de la Mujer Indígena en Coyomeapan.
Por otra parte, el conocimiento que las y los participantes tienen de sus derechos expresa la generación de una conciencia ciudadana, donde el 85% de ellos sabe que tiene derechos, esto significa que 15 de cada 100 personas que asistió al Foro por una vida libre de violencia, a pesar de ser parte del proceso, no asume que tiene derechos, quizás para no tomar la responsabilidad que ello implica.
Lo anterior evidencia que con el proceso formativo de TM es posible duplicar la difusión de los derechos, más aún de los Derechos que reconoce el orden jurídico mexicano, de acuerdo a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, pues, de las respuestas obtenidas a través de una encuesta aplicada se hizo mención recurrente del derecho a la libertad de expresión (56%), a la participación política (50%); a la educación (47%), al trabajo digno y a la salud (31%), a la vida y a la no discriminación (17%); a la identidad (8%) y el restante 17% habla de los derechos que hacen evidente la existencia de una conciencia de género, tal como es el derecho a la igualdad, mismo trato y a una vida libre de violencia.
Los resultados muestran que las estrategias utilizadas, impactan en el sistema de creencias patriarcales presente en un contexto rural, indígena y pobre, donde la información de los derechos humanos es escasa o nula y en donde la mayor parte de estas mujeres están sujetas al espacio doméstico y para salir de él, tradicionalmente requieren del permiso que otorga el jefe de familia. A la vez, expresa un avance en la generación de una cultura de derechos, que alude a la necesidad de fortalecer aquellos derechos que garantizan la igualdad entre hombres y mujeres, tal como lo establece el artículo 4° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Conclusión y retos
Dicho modelo es replicable y aplicable con mujeres, niñas, niños y jóvenes, además, es un despertar de los sentidos como lo fue con las mujeres de Coyomeapan, donde en un inicio su participación era mínima, los estereotipos de género marcaban relaciones verticales de dominio y control, en su mayoría se desarrollaban en el ámbito privado enfocado en la crianza de las hijas(os) y al cuidado de su hogar, incluso eran cuestionadas por sus parejas si asistían a los talleres ya que los percibían como una pérdida de tiempo que no les generaría ningún ingreso.
No obstante, una vez que las mujeres se empezaron a involucrar en los procesos formativos de sensibilización, reflexión y terapéutico, se notó una mejora en su autoestima y esto las condujo al empoderamiento para lograr su autonomía, más aún, en la práctica, la experiencia contribuye a la generación de una convivencia armoniosa, reforzando los valores como el respeto, honestidad, lealtad, responsabilidad, amor y derechos.
Aunado a ello, lleva al inconsciente individual y colectivo la posibilidad tangible del ejercicio de los derechos a un buen trato, educación de calidad, trabajo digno, a una vida libre de violencia, a relaciones de igualdad y equidad para lograr que la persona estructure de manera diferente su realidad consciente interna, privada y personal, modificando su sistema de creencias en relación con los demás.
El reto es consolidar la metodología en otros espacios y contextos diferentes al rural e indígena y darle un valor curricular a fin de que las escuelas de educación básica y media superior lo incluyan en su currícula.
Asimismo, se halló que si bien la técnica del muralismo es algo hermoso, también es un medio de expresión de la cultura en que las y los integrantes de la comunidad reflejan sus historias, vivencias, aprendizajes y refuerzan su identidad.
La experiencia genera en la agrupación la inquietud de ampliar y llegar a implementar las siete bellas artes como un proceso de concientización que permita la expresión artística para rescatar las habilidades de las mujeres, niñas, niños, jóvenes y propiciar la formación de jóvenes artistas que se vuelvan promotores comunitarios del arte y de la igualdad de género.
En síntesis, a través de la metodología se logra que las y los participantes comprendan el uso de la palabra como una forma de resolver los problemas, valoren que la toma de decisiones implica consecuencias, de tomar conciencia y a desarrollar una capacidad autocrítica, a alcanzar una convivencia con normas, límites, patrones y valores, aprecien lo distinto, sean personas tolerantes, creativas, amables y solidarias y confíen en ellas mismas para construir su identidad sin exclusión, argumentos que reafirman que la metodología es un instrumento para nutrir, orientar, y establecer otra manera de ver, entender y vivir.
Datos complementarios
Se crea la CAMI
Con la participación de 10 mujeres, surge en Coyomeapan la asociación civil “Mujeres de la Sierra Negra por la Equidad”, misma que tienen a cargo la operación de la Casa de la Mujer Indígena (CAMI) “Kaltlapalehuia”.
Empoderamiento femenino
El proceso de empoderamiento de Mujeres de la Sierra Negra por la Equidad AC, en cinco años, las ha llevado a cambiar y a crear una nueva forma de ser mujer indígena, porque ha modificado su posición de género en su grupo doméstico y en la comunidad, las enfrenta a nuevos retos y miedos, en donde ellas asumen la responsabilidad y las consecuencias de sus decisiones.
Proceso lúdico formativo
El proceso de sensibilización, capacitación y formación que Transformando Miradas desarrolla con las y los participantes en las dinámicas, detona tanto en el ámbito comunitario como en el educativo, utilizando la actividad lúdica como un elemento que permite reflexionar, vivenciar y analizar las situaciones que viven ellas y ellos como sujetos de su propio cambio, pasando de la inequidad y desigualdad, a una situación de vida con equidad e igualdad.
Expresión artística de los saberes
Esta fase, hace referencia a la etapa donde las mujeres, una vez que hacen suyo el conocimiento, lo reinterpretan y difunden en su contexto local, modifican su posición y adquieren la capacidad de reflexionar sobre su autoestima, los derechos y la equidad desde otro nivel de conciencia. En otras palabras, desde un nivel de conciencia que es modificado ante ellas y los otros, ellas pueden cambiar su posición y generar así “otra forma de ser mujer”, explica Zenaida Carrera Aquino.