Osho (1931-1990) o Bhagwan Shree Rajneesh, -líder de un movimiento religioso de origen indio- mejor conocido como el Buda contemporáneo, dice: “Da vida a cosas que sean hermosas; no des vida a cosas feas. No tienes demasiado tiempo, demasiada energía para desperdiciar. En tan corta vida, con recursos tan limitados de energía, es estúpido desperdiciarla en tristeza, ira, odio, celos. Úsala para amar, úsala en actos creativos, en la amistad, en la meditación (…) Está en tus manos.”

Retomo un artículo titulado “La mala costumbre” en el que se indica que: La mayoría de nosotros vive pensando que lo que tenemos será eterno. Que somos inmortales y que las desgracias solo le pasan al de al lado. Vivimos inmersos en una ignorancia que nos hace débiles y solo lamentamos lo ocurrido cuando ya es demasiado tarde.

Tenemos la mala costumbre de dejar todo para después, de querer hacerlo todo para mañana. La mala costumbre de usar los luegos y no los ahoras. Luego te llamo, luego te escribo, luego te contesto, luego nos vemos. Y obviamente nunca llamó, nunca escribió, nunca contestó y nunca fue visto.

Tenemos la mala costumbre de querer, pero ya es tarde. De valorar ya tarde. De defender al malo y descuidar al bueno. De sentirnos mal por decir no y de creernos mejores por decir sí.

Tenemos la mala costumbre de esperar a un cáncer, a una mala noticia o a una llamada de que alguien querido se nos fue, para tomar las riendas de nuestra vida y empezar a apreciar la puesta de Sol, cada mañana que nos levantamos, así como admirar a la Luna cuando aparece en el cielo en todo su esplendor.

Tenemos la mala costumbre de usar el descuido a diario, olvidando que los pequeños detalles importan, que los pequeños detalles construyen grandes caminos y que cada lunes, puede ser el mejor día de la semana.

Tenemos la mala costumbre de quejarnos por todo, de culpar siempre al otro porque claro, uno es un ser perfecto y nunca, nunca, hacemos nada mal. Siempre es la parte contraria. De trabajar demasiado, de cargar con una mochila llena de cosas innecesarias y de comer más de lo que nuestro cuerpo necesita. De creernos mejores que los demás.

Tenemos la mala costumbre de ir caminando por las calles de nuestra ciudad mirando al suelo, o a nuestro teléfono móvil. Sin darnos cuenta de lo bonitos que son los edificios de esas calles por las que pasa uno a diario. De empezar el gimnasio la semana que viene. De cuidarnos cuando ya es demasiado tarde.

Tenemos la mala costumbre de creer que la suerte de aquel es nuestra desdicha. De confundir la belleza con la delgadez y de creernos que no somos capaces de conseguirlo, porque alguien una vez nos lo hizo creer. Y no fue nadie más que uno mismo. De apuntarnos a clases de idiomas, cuando ni siquiera dominamos el nuestro. De querer conocer mundo y viajar lo más lejos posible cuando aún, nos quedan lugares maravillosos por descubrir en nuestra propia tierra.

Tenemos la mala costumbre de comer animales, de contaminar el mundo y de lavar la ropa en vez de nuestras conciencias. De escuchar poco y hablar demasiado. De dar consejos y juicios de valor sin ser conscientes del poder que pueden llegar a tener nuestras palabras. De creernos que lo sabemos todo. Cuando realmente, no tenemos idea de nada.

Nos pasamos media vida o la vida entera, soñando esa vida perfecta que nos gustaría tener. Cuando somos ajenos a que realmente la vida perfecta es ahora. Es cada momento, cada instante de los segundos que marca el reloj de nuestros días.

Debemos empezar a acostumbrarnos a esta vida que generalmente es dura. Terriblemente dura. Pero no hay que lamentarnos ni irnos a descansar habiendo hecho daño a alguien. Habiendo dejado para luego esos ahoras que nunca llegaron. No habiendo cumplido ese sueño que tanto queríamos, no habiendo hecho algún esfuerzo de más en el trabajo ese día, porque nuestro cuerpo estaba cansado. No debemos permitir que alguien fallezca para luego recordarlo y decirle mirando su foto, cuánto se le quería. No dejemos que la rutina o la sensación de eternidad descuide lo verdaderamente importante de nuestras vidas.

He retomado parcialmente el artículo anterior, amable lector, debido a que su autor nos hace pensar sobre nuestro papel en el aquí y ahora, en donde la mayoría de nosotros confundimos lo urgente por lo importante, lo que hace que después surja un sentimiento de culpabilidad que ya es tarde para remediarlo. Reflexionémoslo.

 

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conoSERbien; www.sabersinfin.com

 

 

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