San Francisco Altepexi. La colocación de altares y ofrendas que acompañan el culto a los muertos son una tradición que “se resiste a morir” y, en este municipio, el 2 de noviembre, a primera hora, se recoge la ofrenda colocada en canastas o tenates al pie del altar instalado en los hogares católicos y se traslada al panteón, donde se adornan las tumbas con flores y se acomoda el contenido de la ofrenda, con excepción del mole y los tamales.

Ahí, algunos lugareños todavía acostumbran construir chozas de carrizo para no asolearse, ya que durante toda la mañana acompañan a sus muertos, hasta el mediodía, en que se realiza la misa concelebrada por el párroco, siendo después de esta acción cuando todos pueden comer lo que contenía la ofrenda.

En esta localidad, a diferencia de otras, la ocasión no sólo es propicia para acordarse de los muertos sino también de los vivos, específicamente de los compadres (padrinos de hijos), a quienes se visita y entrega un obsequio especial que incluye una hojaldra de medio metro de diámetro o más, conchas grandes, pan conejo o de sal, muchas manzanas, naranjas y mandarinas de la mejor calidad y un cartón de cervezas, explicó Catalina Martínez Francisco, directora del Jardín de Niños Bilingüe “21 de marzo”.

La también Reina Xochicíhuatl (Mujer Flor), ganadora del certamen correspondiente a la 46ª. Edición del Huey Atlixcáyotl 2011, abundó que el compadre recibe el presente e invita a brindar, a la vez, preparan canastas o tenates y los llenan de dulces, juguetes y otros detalles para los ahijados.

Últimamente, dijo, observando que en estas fechas se acumula mucha comida y bebida por las ofrendas a los muertos, algunos optan por regalar a los compadres una despensa bien surtida en señal de aprecio, agradecimiento y consideración, con lo cual se busca afianzar el compadrazgo, compartir el pan y la sal, dar gracias por la vida y reiterar cuán importante es «dar en vida».

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