Atlixco. Querido en vida y en muerte, el creador del festival de los muertos en este municipio, Antonio Cazabal, recibió cientos de visitantes en la ofrenda monumental que su familia mando a hacer para recibirlo y ayudar a su alma a llegar a los cielos.
‘Thon’ como lo conocía la gente de Huaquechula era un muchacho delgado, moreno y muy inquieto, pasaba los 20 años cuando cinco balas le quitaron la vida a medio camino entre Huaquechula y Atzitzihucan en medio de la noche, justo el 2 de septiembre cuando él estaría acompañando al grupo de este municipio en el Atlixcayotontli en la ciudad de Atlixco.
La gente lo conocía y apreciaba porque a pulso se ganó el cariño de sus coterráneos por esa inquietud constante por preservar las tradiciones, por llevar más allá de la frontera norte la cultura huaquechulense, ya que gracia a él fue que logro que el museo de Chicago en la Unión Americana.
Tanto amaba la forma en que su tierra festejaba la muerte que creo el Festival de los Muertos, una serie de actividades artísticas que se realizan antes y durante los días de Todos Santos. No se pensó en el pueblo que Thon pronto tendría su altar.
La ofrenda monumental de Antonio Cazabal se suma a otras 47 que se instalaron en este año en todo el municipio de Huaquechula, es decir que ese número de personas falleció en el periodo comprendido de noviembre de 2017 a noviembre de este año. Los altares se abrieron a las 13 horas de este primero de noviembre para que los familiares y visitantes pudieran pasar a admirarlas.
Parte de la tradición que acompaña la colocación de estos hermosos alatares es que los visitantes más cercanos deben llevar una cera para entregarla a la familia del fallecido, en tanto que los turistas deben hacer una donación voluntaria en las charolas que se ponen en el suelo al pie del altar.
Como es sabido, la gente de Huaquechula es hospitalaria por ello a todos los que llegan a visitar la ofrenda a su familiar los invitan a pasar a degustar un poco de la comida preparada ese día, de tal forma que el gasto para las familias que tienen ofrenda nueva se eleva considerablemente.
El costo de esta tradición logra sacarse adelante gracias al apoyo de los migrantes en su mayoría, después del gobierno local y del trabajo de cada familia. Es preciso señalar que cada uno de estos altares monumentales, realizados en madera, papel picado, telas varias, artesanías, comida, frutas, bebidas y flores rebasa los 50 mil pesos a lo que se suma el gasto que tienen en la comida que ofrecen a los cientos de visitantes.
Difícilmente la tradición en Huaquechula morirá pese a lo costoso que cada año resulta realizarla, puesto que los altares monumentales son parte de la identidad de este pueblo que está en el punto medio entre el valle de Atlixco y la Mixteca Poblana.
Este primero de noviembre fue de los huaquechulenses como hacía mucho tiempo no sucedía, la ausencia de personajes políticos de renombre permitió que la tradición siguiera su marcha sin aspavientos e hizo que propios y extraños disfrutaran de la bienvenida a los muertos.