*Por: Lic. Mariana Solana Filloy

Si algo me ha permitido la contingencia es retomar con fuerza un hábito que había estado olvidando, la lectura. Este tiempo en casa he tenido la oportunidad de conocer historias y personajes de todo tipo y que me han marcado de distinta manera. Uno de ellos es Leona Vicario. Empecé el libro de Leona, escrito por Celia del Palacio, sin muchas expectativas y me encontré con una mujer a la que le debemos tanto y que conocía tan poco.

El papel de Leona en la Independencia de nuestro país fue clave, dio su dinero, posición social y seguridad por la causa. Fue informante, patrocinadora, combatiente y defensora de la independencia hasta su muerte. Este libro me permitió conocer a un personaje que ojalá me hubieran presentado en la escuela, una mujer de carne y hueso, mucho más que una foto en el libro de historia y dos líneas de descripción de su labor. Es una mujer que hasta hoy puede enseñarnos tanto.

Arriesgó su vida, dio sus ideas, su inteligencia, su libertad y hasta su amor por la causa, pero nunca su honor y sus convicciones.  Una mujer que, desde segunda línea, por su condición de mujer en la época, se convirtió en combatiente de primera línea. Hasta sus últimos días su pensamiento estuvo en la libertad, en la igualdad, en la patria y sobre todo en la justicia. Sacrificó sus últimos días con la persona que amaba por sus convicciones. Una más de las muchas razones por las que admirarla, agradecerle y recordarla como una de las grandes de nuestro país.

A finales del 2019 se decretó que éste 2020 sería “el año de Leona Vicario”, con lo cual se busca reconocer su labor en la Independencia y enaltecer los valores que representaba. Debo decir que me enteré de esto al terminar el libro cuando empecé a buscar más información de ella en internet, por ahí de agosto. No sé cuál sea el impacto de estas iniciativas, pero valoro que se rescaten estas historias.

Durante mi trayectoria escolar, la materia de historia pasó sin pena ni gloria, una materia que no significaba mucho para mí y para la que estudiaba para pasar un examen. Me aprendía datos, sacaba buena nota en la evaluación y me olvidaba de la información. El libro de Leona, junto con muchos otros de corte histórico o ficción histórica, han despertado mayor interés en mi por comprender mejor qué significa hablar de una guerra, una revolución o independencia. Me han mostrado algo que puede parecer muy obvio, pero que creo que muchos olvidamos, y es que esos eventos que reconocemos como una fecha o celebramos con un día de descanso implicaron que personas de carne y hueso como todos nosotros, tomaran decisiones, fueran valientes, desafiaran a sus familias y amigos, salieran de las comodidades que podían tener y mucho más. Ponerles cara, nombre, historia y sentimientos me confronta y me hace cuestionarme qué estaría dispuesta a hacer yo, qué valores defiendo, qué mueve mi vida y qué tanto soy congruente en mi día a día con las causas que creo defender.

No soy profesora de historia, ni creo serlo en algún momento, pero estoy segura de que si en primaria o secundaria mis clases de esta materia hubieran sido más que hacer líneas de tiempo con nombres y fechas sin contexto, comprendería mucho mejor cómo han ido cambiando las sociedades, las dinámicas de un país, pero sobre todo el impacto que los valores y el actuar de una persona puede tener en su alrededor.

La autora es profesora de la Universidad Iberoamericana Puebla.

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