El origen de los parques como parte del urbanismo tuvo mayor impulso durante el Siglo XIX en plena Revolución Industrial, el objetivo principal fue proporcionar un paliativo a los pobres que subsistían en los barrios.

Esta Revolución desencadenó factores que modificaron a las comunidades y su dinámica social, se industrializaron zonas identificadas como nichos de mano de obra ocasionando el crecimiento desordenado que convirtió a las zonas rurales en ciudades.

Este crecimiento atrajo a personas por la oferta de trabajo, quienes se asentaron trayendo costumbres e ideologías que rompieron el tejido comunitario y crearon factores de riesgo producidos por la falta de arraigo y la confrontación de ideas; se incrementó el temor por la violencia y la sublevación urbana; por esto, los espacios verdes fueron una opción que debía proporcionar descanso y tranquilidad.

La crisis por la insuficiencia de áreas verdes urbanas dio origen a indicadores de calidad de vida urbana, propuestos por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Estos indicadores sugieren óptimo destinar de 10 a 15 metros cuadrados de área verde por habitante y un mínimo de 9 metros.

La ciudad de Puebla en la actualidad cuenta con 2.8 metros cuadrados por habitante, datos referidos en el informe del Sistema de Indicadores de Desempeño (SINDES).

En la capital poblana se generó de manera espontánea, sin estar orientada a algún instrumento de planeación, un proceso de expansión que la posicionó como cabecera del área metropolitana; no obstante, esta expansión desordenada ha significado un obstáculo para el desarrollo y mejora de condiciones ambientales generando diversos factores de riesgo social.

Aunado a lo anterior, la pandemia nos ha privado temporalmente del uso de parques que si retomamos gradualmente restituir, mejorar y aumentar, no solo para volver a la “normalidad”, sino también para pensar en devolver algo de naturaleza a la ciudad podemos incidir en lo que señala la ciencia a través de la psicología social como el nexo entre áreas verdes y salud mental, éstas proporcionan herramientas individuales para afrontar el estrés cotidiano.

Las investigaciones coinciden en que a menor presencia de áreas verdes hay un incremento en delitos patrimoniales, invasiones e incluso lesiones o faltas administrativas por desencuentros vecinales.

Se explica que ante bajos niveles de contacto con la naturaleza hay una mayor presencia de patologías sociales y problemas de salud en comparación con grupos rurales.

Las áreas construidas con acceso a espacios abiertos y vegetación tienen menor prevalencia de desórdenes mentales en oposición con personas en áreas construidas sin tales accesos; Daniel Stokols, emérito de Ecología Social, Comportamiento y Diseño de la Universidad de California considera algunos efectos relacionados con la salud en los ambientes físicos sin áreas verdes: percepciones aumentadas de peligro físico, síntomas fisiológicos de estrés crónico y menor uso de los servicios de salud.

En ambientes construidos con áreas verdes hay motivación hacia el ejercicio físico, disminución del riesgo de hipertensión, sentimientos de una mejor salud percibida y la habilidad para relajarse.

Entre los que son medibles mediante monitoreo instrumental están la disminución de la radiación ultravioleta, menor ruido ambiental, conversión del dióxido de carbono en oxígeno, generación de microclimas que disminuyen la temperatura ambiente, entre otros.

Hay un potencial restaurativo en la sociedad cuando mejoramos los ambientes naturales, la simple percepción de seguridad que nos trae el habitar en ciudades con mayor cantidad de áreas verdes incide en la delincuencia.

La ciudadanía ha de considerar importante para su calidad de vida convivir con la vegetación urbana, proteger áreas naturales y promover la reforestación con el objetivo de pacificar nuestras dinámicas sociales.

Una muestra de ciudadanía es proteger a los árboles que están en tu calle; hoy los activistas ambientales de Puebla se encuentran contratados en el sistema gubernamental, solo queda la participación ciudadana.

Abigail Baez

 

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