Los eventos como ataques terroristas y desastres naturales siempre registran aumento en conductas adictivas; consumo de alcohol, tabaco y en la actualidad el uso conflictivo de Internet, lo que podría afectar la capacidad en la toma de decisiones.
En este sentido, la emergencia sanitaria por COVID-19 se asume como un desastre debido al impacto social y económico que ha ocasionado ansiedad generalizada, depresión y otras reacciones psicológicas adversas aumentando el abuso de sustancias y adicciones conductuales.
El Instituto Nacional de Psiquiatría ‘Ramón de la Fuente Muñiz’ llevo a cabo un estudio estadístico que incluyó a 3 mil 500 personas en México para conocer su estado de salud mental a causa de la pandemia, revelando que el 23.3 por ciento inició el consumo de sustancias, principalmente alcohol, debido al estrés.
Por otro lado, la doctora Guadalupe Ponciano Rodríguez del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM manifiesta que, “En México las adicciones van en aumento, actualmente 3 millones de personas son adictas al alcohol, 400 mil a sustancias psicoactivas y 15 millones al tabaco. De acuerdo con las estadísticas, sólo una de cada cinco personas recibirá tratamiento”.
Observemos lo siguiente también: Más de 63 mil carpetas abiertas relacionadas con el delito de narcomenudeo en Fiscalías Estatales evidencian un aumento del 8% con respecto al mismo periodo de 2019 y 30% más si se compara con las cifras de 2018, (Sesnsp). Se infiere que con la pandemia, la delincuencia aumentó la producción para abastecer el mercado mexicano por incremento en la demanda.
En China se ha documentado sobre personas en recuperación por alcoholismo y tabaquismo; así, 25 por ciento de ex fumadores y 19 por ciento de ex bebedores reportaron recaídas durante la pandemia.
Volviendo a nuestro país; la Comisión Nacional contra las Adicciones (Conadic) alertó desde abril pasado que las condiciones de distanciamiento social por la emergencia sanitaria por Covid-19 y el cambio en las rutinas cotidianas están generando efectos en la salud mental de la población, el distanciamiento social aumenta conductas no deseables, como el consumo de tabaco, la falta de actividad física, consumo compulsivo de alimentos y el uso excesivo internet.
Por todo lo anterior se considera imprescindible evaluar y mejorar las intervenciones para el abordaje de malestares psicológicos, sociales y mentales ocasionados por la pandemia. Algunas recomendaciones para conservar la salud mental son: mantener rutinas, disminuir la exposición a internet, fortalecer valores éticos y espirituales, así como solicitar ayuda profesional si el miedo deja de ser adaptativo o si se percibe que el ambiente familiar rebasa nuestros recursos personales de resiliencia.
A estas alturas de la pandemia ya nadie duda de los efectos psicológicos y sociales negativos en la población; por esto el cuidado de la salud mental resulta sumamente necesario, el bienestar mental permite superar el estrés normal de la vida, trabajar de forma productiva, sentirnos útiles; lo cual deriva en voluntad y pasión por nuestras habilidades.
La atención a las adicciones debe asumirse con seriedad acudiendo a expertos, las plegarias pueden ayudar en el aspecto espiritual, sin embargo, en el campo de la medicina y la psique se requiere atención científica, considerar acudir a una clínica de rehabilitación, a consulta psiquiátrica o psicológica para evaluarse puede ser una decisión que salve la vida de un familiar o la propia.
En adelante abordaremos un análisis sobre el aumento exponencial en suicidios, derivado también de las condiciones que ha traído la emergencia sanitaria, misma que amenaza con generar otra contingencia pero en salud mental.
Abigail Baez