Que pena ver y escuchar las ocurrencias, estupideces y absurdas ideas que se generan en los partidos sólo por la ambición de poder, de riqueza y de posición para vivir del erario.
El PAN poblano es un claro ejemplo de cerrazón y de la ambición de poder.
Porque en la dirigencia estatal del albiazul, representada por Genoveva Huerta Villegas, parece que lo menos importante es ganar los comicios que se avecinan.
Ayer quedó claro, tras el resolutivo de la Comisión Permanente del PAN poblano, que el único interés del grupúsculo morenovallista es bloquear a Eduardo Rivera Pérez, el aspirante panista mejor posicionado para ganar la presidencia municipal de Puebla.
Es inaudito que el PAN estatal prefiera reventar la alianza, a permitir que Lalo Rivera sea su abanderado.
Ya lo dijo, y bien dicho, el periodista Alejandro Mondragón: “el peor enemigo del PAN, un panista #Puebla”.
La telenovela que vive el PAN en Puebla, lamentablemente, parece responsabilidad de su dirigencia.
¿Qué carajo estará esperando Marko Cortés Mendoza para poner orden, para dar un manotazo en la mesa y meter en cintura a sus pupilos?
¿Es tan tonto, o de plano tan inteligente para dejar pasar el desastre y hacerse de la vista gorda con tal de reelegirse?
A Morena en Puebla le está saliendo todo a pedir de boca para volver a ganar y repetir en la ciudad.
Bueno, ya sólo falta que se pongan de acuerdo. Porque en caso de que el PAN se caiga cualquiera de los aspirantes, 4, 5 o 6, más los que se acumulen, entonces podría ganar.
Parece, según algunos panistas, que, si bien la Comisión Permanente del PAN Puebla ya decidió que no habrá alianza para las presidencias municipales locales, aún existe la posibilidad de que sea el CEN albiazul el que decida, o la Comisión Permanente nacional, si hay alianza total o no en la entidad.
Eso sí, todo este desastre perjudica única y exclusivamente a su próximo candidato, Lalo Rivera.
A ver si Doña Genoveva Huerta no se equivoca.
El ridículo PRD poblano
Y siguiendo con los ejemplos de la estupidez humana en la mentada alianza “Va por México”, que pretenden impulsar, o no, el PAN, el PRI y el PRD, por donde se le quiera ver parece que podría sólo terminar en el lanzamiento de un buen proyecto, el cual sería derrotado por un divido y disgustado Morena por el simple hecho de no querer negociar y aceptar la lógica numérica.
Y miren que los morenos sólo podrían ganar la próxima elección si el PAN poblano sigue como va, jodido.
Esto significaría que en los comicios entrantes el partido o alianza que triunfe sería el menos peor, es decir el que menos problemas tenga y más acuerdos simples logre. Ya ni siquiera ganaría el partido con la mejor propuesta de gobierno, ni la idea que más conviene a los ciudadanos.
Por eso hay que observar, desde ya, a los partidos, a sus candidatos, a sus dirigentes, y a quienes sólo pretenden lucrar con sus posiciones y con los cargos que están en juego.
Y es que la ambición de los dirigentes ya empezó a brotar a borbollones, y podría derivar en una verdadera catástrofe electoral para quien tenga las mayores posibilidades de triunfo. Allí esta el PAN poblano como ejemplo.
Empero, otro modelo es el PRD y su ridículo dirigente estatal, Carlos Martínez Amador, un gris político que ha brillado en Puebla sólo por su apellido y, desde luego, porque su familia ha sido una de las más poderosas y caciquiles en la sierra de Puebla.
La conferencia de prensa del sol azteca, ofrecida ayer, sólo demostró tres cosas: la ambición de Carlos Martínez, el hecho de que es sólo un pelele y títere de los intereses ajenos a su disque partido y, por último, que sigue sacando provecho de su posición.
Por algo el PRD no existe más en Puebla y equivale en la política aldeana a absolutamente nada.
Es un absurdo, y una verdadera estupidez, que las dirigencias de los tres partidos en Puebla, más aún del PRI y el PRD, rechacen la candidatura de Eduardo Rivera cuando los números, las encuestas y la tendencia así lo mandan.
¿De verdad creen que perdiendo ganan?
¿Tan grande es su ambición como para rechazar la candidatura, sacrificar a sus respectivos partidos, candidatos, y resignarse a perder?
Por lo pronto, Carlos Martínez mostró su ambición -como siempre- y ya impuso a su hija, Karla Adriana Martínez, para que sea la abanderada de la posible alianza por el distrito de Huauchinango.
Y eso sí, a él nadie le dice nada.
Por otra parte, dejo ver que él y el PRD son sólo un partido marioneta que cualquiera puede controlar, usar y desechar.
Es evidente que la moneda de cambio de su dirigente no es otra que la del chantaje, el abuso y, por supuesto, el dinero.
El sol azteca poblano da pena ajena.
Lo mismo que su dirigencia, la cual está sometida hoy a la voluntad de los intereses ajenos al PAN, ni siquiera a los suyos.
Tanto les enferma la ambición de poder que son capaces de no ver ni aceptar lo que marcan las encuestas.
Por cierto, mejor la chiquillada partidista ya se pronunció por Lalo Rivera como su candidato, allí está el partido Pacto Social de integración (PSI) y Compromiso por Puebla (CPP), que las dirigencias del PAN, del PRI y ahora del PRD.
Me huele a cochupo, dijera el clásico.
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