Entre bolsas de plástico y cartones, José Antonio Romero realizó un improvisado campamento a un costado del Hospital del Niño Poblano, donde tiene a su menor hijo internado y bajo tratamiento, pero al no contar con recursos económicos para un hospedaje prefirió acampar en el camellón central para estar cerca ante cualquier llamado.

Desde hace un mes su hijo tuvo que ser internado de urgencia por un disparo de bala que sufrió, pero la recuperación ha sido lenta y tuvo que dejar su comunidad, la Soledad Morelos para estar cerca de su hijo mientras lleva a cabo este proceso de recuperación.

De escasos recursos y sin trabajo en la capital, el dinero se agotó para Antonio por lo que ya no hubo la capacidad de poder pagar un hospedaje, el cual salía entre 500 hasta 2 mil pesos, aunado al costo de las medicinas, por lo que optó por tener este improvisado campamento.

Fue hace un par de semanas cuando se instaló en el camellón central donde con mecates y bolsas puso algo para resguardarse del frío y la lluvia, y se ha logrado sostener gracias al apoyo de las personas que lo ven y que le dan, aunque sea para el pan.

“Muchos vienen y me preguntan y me dan, aunque sea algo para comer, me socorren, yo agradezco esas intenciones porque nadie sabe el dolor de un padre en estas condiciones, tuve que dejar a mis otros hijos para apoyar al que tengo aquí, pero sin dinero, sin trabajo y las medicinas muy caras no puedo hacer más”.

Señaló que en varias ocasiones las autoridades lo han querido retirar del sitio, por lo que pidió apoyo hasta que su hijo recupere la salud.

Al igual que Antonio, un importante número de familias pasan varias horas en la puerta del hospital y es que este sitio tiene un espacio reconvertido para pacientes COVID y aguardan hasta tener noticias de sus familias.

Bajo el puente peatonal, en las banquetas, otros en sus carros buscan un lugar para pasar las horas hasta tener información.

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