El proceso electoral que ya se vive en el país y, en particular, en Puebla, va a derivar, no cabe duda, en una elección -el próximo 06 de junio-, totalmente atropellada, atípica y suigéneris.
Nadie se respeta, todo mundo quiere ser gobernador, senador, diputado federal, local y/o presidente municipal. El partido, al parecer, ni siquiera importa.
Lo verdaderamente valioso, se nota en todos los partidos, es lograr un cargo público, ganar mucho dinero y amasar poder.
A ello se debe, sin duda, la guerra que todos los partidos políticos en el país libran entre sus filas por el manoseo y jaloneo de las candidaturas.
Eso sí, los comicios entrantes, ya lo he dicho muchas veces, van demostrar muchas cosas; la principal, tal vez, la verdadera fuerza del actual gobierno de la república -de la 4T- y del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO).
Porque Morena parece un partido muy débil y endeble sin su líder moral. Ya lo veremos.
Ya veremos cuánto arraigo, o no, tiene Morena, sus gobiernos, tanto estatales como municipales, junto con sus diputados y senadores, entre los mexicanos.
Habrá que recordar que, en la famosa elección intermedia estarán en juego un total de 21 mil 368 cargos, además de 15 gubernaturas. Entre estos un total de 500 diputaciones federales de las cuales son 300 por mayoría relativa y 200 por la vía plurinominal.
En Puebla, por ejemplo, se renovará el Congreso del estado y sus 41 diputaciones locales, además de 217 presidencias municipales y algunos otros escaños del Senado y la cámara baja del Congreso de la Unión.
Sin embargo, el actual proceso electoral es un evento muy especial por muchas razones, y una de ellas es que se desarrolla en medio de una pandemia, que amenaza con provocar todavía más el abstencionismo, de denuncias, de detenciones, de amenazas y de acusaciones hasta entre militantes de un mismo partido.
Los partidos políticos están tan desesperados que están echando mano de personajes de la farándula, del deporte, o hasta del escándalo social, para sumar y postular candidatos, aunque estos no sepan ni leer de corrido.
Es evidente que Puebla, igual que el resto del país, está política y electoralmente convulsionado.
Tal vez por eso los gurús y especialistas en estudios de opinión vaticinen que el ganador de los próximos comicios no será otro que el abstencionismo, y de paso quien movilice mejor a su voto duro.
Eso, me parece, será la clave para ganar la jornada electoral del mes de junio. Porque no veo que a la gente le interés más salir a la calle a votar que su salud y el bienestar de su familia.
Al final, como lo dicen las propias encuestas, la gente de cualquier forma está desencantada con el PRI, con el PAN, con el PRD, con Morena, con la chiquillada y hasta con la 4T. Todos han resultado lo mismo.
En Puebla, también como a nivel nacional, se habla de que corrupción por todas partes en las administraciones pasadas. Tal parece que no se hizo nada bien, durante los gobiernos del PRI y del PAN.
¿Cuánto más tardarán en superar lo hecho anteriormente?
Por ello la importancia de la próxima elección, sobre la que se tendrá que analizar, estudiar, pensar, razonar y replantear el voto.
¿Nos convino votar por las opciones de gobierno pasadas?
¿Nos conviene ahora mantener al partido en el poder?
¿Qué nos ha dejado de bueno?
¿Estamos conformes con las decisiones, con el manejo de la pandemia, con la economía?
¿Por qué sí, o por qué no cambiar de opción y de partido?
¿Cuánto más vamos a tolerar para tener un México y un Puebla más justo?
Y para que se note la importancia y el peso de la próxima elección sólo hay que subrayar que en la jornada del 06 de junio entrante se prevé la participación de 94 millones 800 mil ciudadanas y ciudadanos inscritos en el padrón electoral; unos cinco millones más que en 2018.
Así que pensemos por qué si y por qué no salir a votar.
Voy y vengo.
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