Todos los días se levanta muy temprano, debe dejar todo listo para que sus dos hijos puedan realizar sus actividades habituales.

Llega a las 7 de la mañana al Organismo Operador del Servicio de Limpia (OOSL), toma sus utensilios de trabajo y sale a las calles a levantar desechos que las y los ciudadanos arrojan a la calle.

La pandemia no la detiene, dice María de los Ángeles Fernández Pérez Tovar, de 41 años, durante una entrevista a Síntesis.

En el zócalo de Puebla, junto con sus compañeras, porta su traje naranja con orgullo, su cubrebocas y su careta para evitar algún contagio por el virus SARS-CoV-2.

Aunque la covid-19 está latente en todas partes de la ciudad, su labor la debe ejecutar sí o sí, por necesidad.

Aunque Ángeles afirma que su trabajo le gusta y ha corrido con la suerte de no encontrarse con personas que la agredan o padecer algún accidente.

“Ya depende de cada una de cómo se cuida, pero yo no he sufrido alguna situación”.

A siete años de distancia como naranjita, considera que la paga que percibe va acorde a la labor que realiza.

Y es que todo lo hace por sus hijos para que no les falte nada, por ellos todos los días sale a desempeñar sus tareas bajo el rayo del sol o incluso de la lluvia cuando es temporada.

“Sí, claro que sí me gusta mi trabajo. Hay que echarle ganas todos los días”

A sus hijos los cuida la mamá de Ángeles, ya que forma parte del grupo de madres solteras que deben enfrentarse a las múltiples adversidades, mujer trabajadora, madre y proveedora de la casa.

Con motivo del Día Internacional de la Mujer brinda un mensaje a todas que, como ella, deben ejercer ambos roles: “debemos salir a trabajar y ser independientes”.

“Hay que echarle todas las ganas del mundo y salir por ellos (hijos) adelante”.30

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