“Solo vamos rapidito”… “ellos se están cuidando”… “no nos va a pasar nada”… “yo confío en ellos”… “es que ya nos aburrimos”…

Estas son las principales frases que las familias mexicanas adoptamos para justificarnos y seguir teniendo contacto con terceras personas.

Y son estas frases el origen de tragedias.

Sabemos cómo nos cuidamos en nuestro entorno inmediato para no contagiarnos (la familia nuclear), pero no podemos conocer si los demás también se están cuidando o si las medidas que han adoptado son o no adecuadas.

Antes los contagios eran aislados. Se contagiaba un integrante de la familia y los demás lograban mantenerse sanos.

Actualmente estamos observando como familias completas se adquieren el coronavirus, desde los abuelos, padres, hijos y hasta los bebés.

Todo por un descuido o por un capricho.

¿Qué puede ser tan importante que no pueda esperar?

¿Qué puede ser más prioritario que la vida misma?

Entiendo el hartazgo social.

Todos extrañamos las comidas en restaurantes, las reuniones con amigos, echar el trago, convivir, salir a jugar fútbol, salir a refrescarnos en alguna alberca, viajar.

Muchas cosas añoramos pero tampoco nos vamos a morir si esperamos un poco más… como sí nos vamos a morir con mayor probabilidad si nos contagiamos y nuestra salud o la de nuestros cercanos agrava.

De corazón, espero que no ocurra.

Y esta reflexión surge por lo que ocurrió este fin de semana largo.

Muchas playas mexicanas reportaron una ocupación superior al 50%.

Las imágenes nos muestran que el uso del cubrebocas y la sana distancia quedaron de lado.

“Es que ya nos aburrimos”… “ya necesitamos respirar aire fresco”… “los niños ya están hartos”… “nada nos va a pasar”… “si no me muero de Covid me voy a morir de estrés“.

Estas son otras de las frases también comunes ante el cansancio físico y emocional que nos ha originado el confinamiento, el temor del contagio y el drama de la muerte de personas cercanas.

Pero es que tenemos que seguir advirtiendo que el coronavirus sigue siendo una amenaza a nuestra salud… una amenaza a nuestra estabilidad… una amenaza a nuestra economía… una amenaza a nuestra familia.

Si no hay un sano equilibrio entre la reactivación económica y el cuidado de la salud, otra vez colapsaremos.

*Columna dedicada a Hugo Sánchez Izquierdo y Marco Antonio García Landa, dos entrañables compañeros que el Covid nos arrebató.

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