Qué complicado resulta pedir a nuestros hijos que no hagan algo que después nosotros como adultos sí hacemos aunque no esté bien.

Qué complicado debe ser para un profesor de español exigir el mayor de los esfuerzos a sus alumnos, pero escribiendo en el pizarrón con faltas de ortografía.

Qué difícil debe ser para el abogado hablar de legalidad, pero cometiendo una serie de tranzas para ganar sus casos.

Qué difícil debe ser para un nutriólogo insistir en la importancia de una buena alimentación, cuando él ingiere toda serie de alimentos dañinos y llenos de colesterol.

Y que difícil debe ser para el subsecretario de Promoción de la Salud del Gobierno Federal, Hugo López Gatell pedir que la población se quede en casa durante Semana Santa, cuando él, sabiendo que era portador del coronavirus, salió a pasear con su novia a un parque de la Ciudad de México, incluso, en algunos momentos, sin usar el cubrebocas.

Y que difícil también debe ser para el mandatario del país quien pide a la población que cumpla con un decálogo presentado días atrás, mientras él sigue en campaña… perdón, quise decir “gira de trabajo” o que contrario a las recomendaciones de la comunidad científica internacional, se niega a usar cubrebocas.

¿Sabe cuál es la diferencia entre ellos y nosotros?

Que somos más inteligentes y que actuamos con sentido común.

Debemos quedarnos en casa otro poco.

Debemos evitar reuniones.

Debemos negarnos a viajar a las playas en Semana Santa.

Debemos orar, si esa es nuestra fe, en familia y desde nuestras cuatro paredes.

¿Por qué insistimos?

Porque, aunque usted no lo crea, de eso depende mi futuro y el suyo.

De eso depende su estabilidad económica, su empleo y hasta los ingresos de sus vecinos.

De eso depende que las tiendas reabran sin el temor a un nuevo cierre por un confinamiento obligado como ya ocurre en Alemania y Francia.

De eso depende que los salones sociales por fin vuelvan a celebrar un evento.

De eso depende que los fotógrafos vuelvan a retratar los rostros de felicidad de las personas.

De eso depende que obtengamos ingresos, paguemos nuestras deudas y nuestras familias tengan lo necesario para subsistir.

Quizá piense que a usted no le afecta, pero créame, al paso en el que vamos y con la inflación que estamos ya viviendo, en algún momento -en el corto plazo-, terminará también por resentirlo.

Qué difícil debe ser entender, para muchos muy tarde, que de haberse cuidado, muchos de nuestros seres queridos aun continuarían con nosotros.

@AlbertoRuedaE

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here