*Por: Mtro. José Valderrama Izquierdo

Está claro que la incertidumbre no representa un estado del que debemos esperar salir, todo lo contrario, forma parte de nuestra vida y está presente en formas tangibles e intangibles, personales y colectivas, en formas de escala micro y macro, pero en todas ellas, con una única posibilidad, la de ser interpretables, pero… ¿desde dónde interpreto?

Esta es una pregunta que no suele hacerse, y podríamos referir al menos dos causas, primero que no aparece, está ausente, es decir que no se inscribe en el horizonte personal, por lo que se suele no registrar su posibilidad, en ese sentido es intangible y no se visualiza, por lo que no se percibe y si no lo percibo, no me afecta, no me interpela, es así que, sin saberlo, lo desarticulo de mi realidad por ausencia. La segunda cosa por la que no suele preguntarse es que, desde la propia interpretación, no se pone está en duda, por lo que se asume que esa interpretación, al poder hacerla, se valida de alguna forma, y esto invalida la pregunta desde dónde interpreto, porque no se observa ese campo previo desde el cual se posibilita la validación o no de la propia interpretación. En este orden de ideas, es importante referir que en ambas situaciones hablamos de una hermenéutica estética, como una estética de la ausencia, la cual solo facilita asirse de lo poco o mucho que nuestra interpretación alcanza.

De la incertidumbre, podríamos decir que es una característica estética de nuestra especie que, a diferencia de otros seres vivos, al menos en un horizonte interpretativo de ellos en la actualidad, su programación está dada, por tanto, la interpretación que ejercen, pareciera que también está dada, sin embargo, un ave que “valora” visual y estéticamente el baile entre dos machos termina por seleccionar alguno de ellos por algún motivo estético que percibió y que le refiere mejores condiciones de reproductividad. En este caso es claro que esa percepción cumple con una función prioritaria de selección, pero en nuestro caso, surge una segunda pregunta… ¿qué es lo prioritario?

Contradictoriamente en nuestra especie pareciera que lo prioritario es la certidumbre, y surge el querer sentir seguridad, en ocasiones desde el conocimiento, desde la acumulación de bienes materiales, desde algunas relaciones, desde la certidumbre de lo que se desea y en los cómo debe lograrse, o certidumbre en cumplir con aquellas cosas que mi interpretación me dice que debo cumplir o alcanzar para percibirme entonces de una forma que anhelo. Es aquí donde otra contradicción surge, ya referida por Zizek, cuando afirma que las personas “están dispuestas a sufrir para alcanzar aquello que desean”, pero qué pasa cuando aquello que percibo que deseo, no es mi deseo. Estoy priorizando mi percepción de un deseo producto de mi necesidad de certidumbre.

Si vivimos en esta constante contradicción e incapaces de asumir esta incertidumbre estética que planteamos como parte esencial de nuestra existencia, será posible afrontar que una estética de la desarticulación es precisamente aquella que nos cohesiona en nuestra interpretación personal y colectiva, en las formas simbólicas que nos significan tangible e intangiblemente en lo micro y en lo macro, como contraposición a una supuesta libertad. Byung Chul Han en La agonía del Eros, nos refiere el sometimiento y la esclavitud de lo igual, de aquellos deseos no nuestros que concretan una estética que nos desarticula y separa al hacerse desde nuestra interpretación. Surge lo paradójico. La incertidumbre, con la angustia como aliada, no deja percibir la posibilidad de una estética desarticulada, como esencia estética creativa y abierta de nuestra especie.

Al comprender conceptualmente cómo nuestra interpretación puede ser liberada de su condición perceptiva, entonces podemos percibir la oportunidad de y en la desarticulación, porque en ella radica esa esencia de nuestra especie, contamos con la posibilidad de reinventarnos constantemente, podemos crear desarticuladamente, atendiendo intencionalmente esa condición percibida como negativa. Ver posibilidad creativa en esta estética de la desarticulación, parece contradictorio ante una estética instrumentada que condiciona rígidamente nuestras percepciones, que constriñe y empobrece con anhelos icónicos y estereotipados que usa nuestra limitada interpretación. Hoy contamos con las posibilidades tecnocientíficas, asumamos la oportunidad de asistir a nuevas e innovadoras formas de percibirnos y de interpretarnos.

El autor es académico de la Universidad Iberoamericana Puebla.

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