*Por: Dra. Adriana L. Cruz y Corro Sánchez
Amartya Sen es economista que obtuvo el Premio Nobel de Economía por sus contribuciones a la teoría del bienestar, la elección social y el desarrollo humano. En ellas expresa que la forma en que se entiende el desarrollo desde las posturas utilitaristas y de los bienes primarios se centra en estadísticas macroeconómicas y genéricas que dejan a un lado el verdadero desarrollo, al no contemplar lo específico del individuo y su contexto, por lo que, resulta relevante considerar esa diversidad y complejidad para medir el desarrollo.
En ese sentido Sen expresó que cuando se habla de desarrollo es hablar de la vida de las personas que forman parte de una sociedad: «El desarrollo es un proceso de expansión de las capacidades de que disfrutan los individuos» (Sen, 1999).
Cuando habla de capacidad, se refiere a la combinación de alternativas que hace una persona para ser o hacer, y de esa manera, lograr algo. Por lo que las capacidades representan la posibilidad que tiene el individuo de lograr desempeños valiosos. Aclara que cuando habla de capacidad, lo hace haciendo referencia a la palabra griega dunamin que Aristóteles usó para referirse a “potencialidad” o “capacidad para existir o actuar”.
Entonces ¿cuál es la diferencia con la teoría de los bienes primarios? Muy sencillo, mientras ésta se basa en los medios para alcanzar cierto bienestar, la teoría de Sen se preocupa por entender que significan esos bienes para cada persona. Esto representa que el enfoque de las capacidades pretende ampliar la base de información para la toma de decisiones colectivas y lo afirma diciendo: “El enfoque del desarrollo humano se concentra en la vida humana, su riqueza, bienestar libertad y desarrollo y también en los cambios que experimenta y en la forma de mejorarlos” (Sen, 1998).
Considerando el concepto de capacidades, Sen analiza los problemas sociales que afectan a las personas tales como la desigualdad, la pobreza, la ausencia de desarrollo humano, la calidad de vida y la injusticia social. Esto le permite tener una mirada diferente de estos problemas y evalúa los alcances y limitaciones de una sociedad verdaderamente libre. Desde esta perspectiva, establece grandes diferencias sobre las demandas que deben considerar las instituciones para mejorar la calidad de vida de sus miembros. Ya no es suficiente saber sobre sus necesidades básicas, sino que se requiere identificar sus capacidades.
En esta teoría aparecen tres conceptos fundamentales: funcionamientos, capacidad y agencia.
Los funcionamientos consisten en diferenciar lo que una persona es capaz de hacer o ser frente a los bienes que posee y que de alguna forma puede servirle para obtener bienes y en consecuencia lograr una utilidad en forma de felicidad derivada de ese logro. Son actividades individuales y estados del ser de una persona, por ejemplo, estar bien alimentado, abrigado, educado o moverse libremente, por lo que representan un logro. En ese sentido, el conjunto de funcionamientos refleja la capacidad de una persona para alcanzar aquello que valora por lo que son importantes para evaluar su bienestar.
Por otro lado, las capacidades son las posibilidades que tienen las personas para alcanzar funcionamientos valiosos en su vida por lo que constituye un aspecto fundamental de la libertad que tiene la persona para llevar una determinada clase de vida. “Desde este enfoque, la calidad de vida no se reduce al nivel de ingresos o de recursos, ni tampoco a la consecución del placer y la felicidad, sino que destaca la capacidad de los individuos para lograr funcionamientos valiosos, es decir, las posibilidades de las que dispone una persona para elegir el tipo de vida que le resulte valioso vivir” (Sen, 1996).
Por último, está el concepto de agencia que significa la libertad de la persona para establecer sus propias metas, objetivos y valores que considera para tomar decisiones y de este modo elige entonces las características que definirán su vida.
“Este trío conceptual (funcionamientos, capacidades y agencia), constituye una plataforma epistémica y ética que permite trascender la concepción teleológica del bienestar para centrar la atención en la libertad que tienen las personas para alcanzar funcionamientos valiosos, en estrecha relación con la noción ética de vida buena” (Cejudo, 2007). Esto significa que, con oportunidades sociales adecuadas, el hombre puede construir su destino y de esta forma vivir una vida digna, considerando como fundamento la libertad humana.
La autora es académica de la Universidad Iberoamericana Puebla.
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