Conforme pasan los días surgen nuevas aristas de la tragedia de San Pablo Xochimehuacán, particularmente las de índole político, cuyos efectos aún no alcanzan su clímax o mejor dicho su máxima dimensión.
Por esta razón el día de hoy me remontaré algunos años hasta encontrar dos acontecimientos parecidos y que cambiaron el rumbo de la historia de una entidad federativa y un país europeo en cuestión de horas, por mucho algunos días.
El primero de ellos es el sucedido en Guadalajara, Jalisco donde el miércoles 22 de abril de 1992 en el barrio de Analco (nada que ver con Puebla) ubicado en el sector Reforma de la capital del estado, se registró una explosión derivada de un derrame de gasolina de un ducto de Pemex y posterior acumulación de gases en el sistema de drenaje de la ciudad, causando daños a aproximadamente 8 kilómetros de calles donde previamente vecinos del lugar alcanzaron a percibir olor a gasolina pero sus denuncias no fueron atendidas.
El saldo de aquel trágico suceso fue de 212 personas fallecidas, 69 desaparecidas y más de 1,800 heridas. En materia de infraestructura resultaron dañados más de 1,500 inmuebles, entre viviendas, unidades de negocios y colegios, además de 500 vehículos automotores. Poco que ver con los daños registrados en San Pablo Xochimehuacán, Puebla pero sí con las señales que advertían del riesgo inminente pero ninguna autoridad hizo algo para evitarlo.
Las consecuencias políticas de esta tragedia fueron que el entonces gobernador priista Guillermo Cosío Vidauirri tuvo que pedir licencia y fue sustituido por Carlos Rivera Aceves, quien gobernó hasta 1995, mientras que el Presidente Municipal Enrique Dau Flores, también priísta, enfrentó una serie de divergencias al interior de su partido y acusaciones que, junto con la separación del cargo del gobernador Cosío Vidaurri, se tradujeron en una derrota en la siguientes elecciones, en las que dicho sea de paso ganó el PAN.
De esta forma, en 1995 resultó electo como gobernador el panista Alberto Cárdenas Jiménez, posteriormente el también panista Francisco Rodríguez Acuña (quien por cierto destapó a Felipe Calderón como candidato a la presidencia de la República y después sería su primer secretario de Gobernación). Más tarde resultaría electo el último panista Emilio González Márquez, porque después de 21 años el PRI volvió a ganar con Aristóteles Sandoval (a quien asesinaron en diciembre de 2020 en Puerto Vallarta) y finalmente ganó el actual gobernador, el emecista Enrique Alfaro.
Hago la aclaración de que cualquier similitud con lo acontecido en la junta auxiliar de San Pablo Xochimehuacán, del municipio de Puebla es pura coincidencia y que recordar lo acontecido hace casi 30 años tiene la intención de que aprendamos del pasado para que éste tipo de tragedias no se repitan, lo demás será mera imaginación de los amables lectores.
En el plano internacional, un acontecimiento similar por sus consecuencias políticas fue lo sucedido el 11 de marzo de 2004 en la estación de trenes Atocha de Madrid, España cuando el mal manejo en la información sobre los verdaderos autores del atentado le costó la presidencia al Partido Popular, que hasta ese día llevaba la delantera en las preferencias electorales y de jueves a domingo terminó perdiendo la contienda por una abrumadora diferencia.
En aquel entonces el gobierno en turno, emanado del Partido Popular, hizo caso omiso a lo que indicaban las áreas de inteligencia del Estado en el sentido de que los autores del atentado pertenecían al grupo terrorista AlQaeda y no a la organización separatista vasca ETA como convenía a sus intereses políticos, decisión que finalmente los condujo a la derrota.
Si bien éste último evento no tiene relación directa con el caso de la explosión registrada en una toma clandestina en Xochimehuacán, sí tiene similitud por tratarse de un evento de alto impacto político y mediático que al final podría terminar afectando la imagen y el futuro de los actores políticos en turno, gobernador y presidente municipal.
Quizá por esa razón el presidente de la República únicamente emitió sus condolencias y algunas palabras de apoyo desde Palacio Nacional, porque sabe que después de los hechos de Tlahuelilpan, Hidalgo en enero de 2019, las cosas no volvieron a ser igual, razón por la cual se mantendrá a los 120 kilómetros que separan a Puebla de la capital del país.