*Por: Dra. Adriana Cruz y Corro Sánchez

Las empresas tienen como fin ser un elemento de transformación humana. Son organizaciones sociales cuya encomienda primordial es el bien común. Desde el punto de vista de la ética empresarial, asumen su papel como generadoras de bienestar social, su función es además de la obtención de beneficios económicos, el desarrollo humano de sus colaboradores. No hacerlo representa un riesgo para su permanencia en el mercado.

La situación mundial que se ha vivido desde inicios del año 2020 las coloca en una posición relevante, ya que forman parte de un ecosistema en el que, además de ser reguladas por el gobierno y sus cámaras, son sometidas al escrutinio de la sociedad, que les exige ser éticas, trasparentes, empáticas y justas. Por ello resulta relevante que estén cada día más a la escucha de las exigencias de sus grupos de interés, principalmente de sus clientes y su comunidad, con la finalidad de cumplir sus expectativas. El no hacerlo las expone al riesgo de verse afectadas en su reputación y en su imagen.

Cuando la empresa decide ser responsable, seguro es que se hará un círculo virtuoso donde sus grupos de interés responderán a esa iniciativa a través de intangibles como la lealtad y la confianza. Su actuar representa para ellos, indudablemente, la visión del empresario con liderazgo responsable que, comprometido con sus grupos de interés , va más allá de lo exigido legalmente y que además de considerar los indicadores financieros como elemento fundamental de su planeación estratégica , tales como  el margen de contribución, la liquidez y su apalancamiento,  toma también en consideración criterios de sostenibilidad social y ambiental pensando en el bienestar y crecimiento sobre todo de sus colaboradores y el cuidado del medio ambiente a través de acciones como la economía circular.

Por lo que, como lo comenta Rifkin en su libro Sociedad de coste marginal cero, seguramente este tipo de organizaciones permanecerán en el tiempo, ya que los grupos de interés serán cada día más exigentes en los indicadores señalados anteriormente y, por tanto, aquellas que no consideren estas dimensiones como parte de su estrategia empresarial definitivamente desaparecerán. Y va en serio el tema.

Sin embargo, si asumen un papel responsable, tratando de mantener a sus empleados, ofreciendo productos de calidad y siendo puntuales en el pago con sus proveedores, entre otras acciones responsables, serán reconocidas y, como resultado, aumentará su reputación y asegurará su sostenibilidad en el tiempo.

Ante las circunstancias que estamos viviendo a nivel mundial, con una pandemia que exige seguirse cuidando, emprendedores y negocios se ven afectados, por lo que es relevante su papel y en ese sentido actuar de manera irresponsable, poco empática y deshumanizada, no ayuda.

Es decir, no se requiere de empresas que se aprovechen de la situación para subir los precios de sus productos de manera indiscriminada, que disminuyan los sueldos de sus empleados, que los despidan utilizando como excusa la situación actual, que exijan al trabajador que se presente a laborar, con el riesgo de verse infectado si no les ofrecen la seguridad de que estarán protegidos y, por ende, su familia; que piensen egoístamente con la idea de que es el momento de obtener recursos a costa de los demás.

Definitivamente esa clase de empresas ¡no!

La sociedad y sus grupos de interés valorarán y reconocerán a aquellas que se solidaricen con los acontecimientos y ofrezcan sus productos o servicios a un precio justo, que mantengan su nómina, promuevan el consumo local y apoyen iniciativas de sostenibilidad.

Estas empresas seguramente destacarán entre las demás y serán referentes para otras, porque su esfuerzo por ser socialmente responsables se verá recompensado con la gratitud, lealtad y reciprocidad de los clientes, su comunidad, los proveedores y la sociedad.

Sin duda, los tiempos malos siempre traen un aprendizaje y estos momentos ocurren para que las empresas aprendan, asuman y demuestren un liderazgo responsable, reflexionen sobre ello y se convenzan de que integrar la responsabilidad social a sus estrategias empresariales es un acto de voluntad necesario y obligado.

Vienen tiempos mejores. Ahora son tiempos de solidaridad, tiempos para la responsabilidad

social.

La autora es académica de la Universidad Iberoamericana Puebla.

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