A las cosas por su nombre
Alejandro Elías
–¿Te decepciona la preferencia de algunos de tus compradores o admiradores por la otra cara de tu arte, la comercial? ¿Sientes que no se estima aquello que para ti representa lo más valioso de tu creación?
La obra en sí, siempre y desde hace siglos ha estado supeditada al gusto burgués, y después al de las masas; es menester entonces que además del intercambio mercantil capitalista entre quien encarga un cuadro y el artista, sea más natural, pero el artista siempre cargará de cierta energía esa obra comercial, al igual que sus propuestas de autor. Los consumidores más ignorantes, más ahora que antes, se han dejado seducir por el discurso de terceros, ya sea el crítico frustrado o el galerista que vende obra por metro o por kilo. Al final la hermosa frivolidad de hoy día se suspende en las redes sociales llenas de likes y pseudo arte repetido y copiado ad infinitum por profetas youtubers o instagramers que desgastan a más no poder todo tipo de imagen.
Fernando domina con maestría diversas técnicas: puede transmitir a través de su obra, desde sentimientos dulces provocados por la ternura en un rostro femenino, hasta hundirnos en un sentimiento de horror mediante sus óleos que recrean la oscuridad.
–¿En tu obra influye tu propia apuesta o la preferencia del espectador?
En la obra siempre confluye la idea original del artista y el espectador ideal; es absurdo pensar que no creamos imágenes para ser consumidas por alguien. Las preferencias del espectador cobran mayor peso cuando alguno de ellos comisiona o encarga alguna obra, pues lo que debe prevalecer es el gusto de ese personaje por sobre lo que sabe o entiende el artista, y, aun así, la pieza puede tener un valor más allá de lo superficial si el autor la carga con sus símbolos o su discurso, sin que a veces el mismo cliente sepa exactamente qué es aquello que se ve bonito. Cuando el artista toma su obra sin restricciones del ojo vigilante del cliente, entonces es libre de crear lo que para él es su mundo y lo comparte de forma abierta con su espectador en colectivo.
Uno puede sorprenderse al ver alguna de sus obras e ir in crescendo luego de admirar la siguiente y la otra y la que sigue en un constante asombro que no tiene final mientras continúa presentando los frutos de su creación.
–¿Cuánto trabajo es necesario para conseguir el reconocimiento? Tu trayectoria tiene infinidad de exposiciones, intervenciones en el cómic, encargos (que no siempre deben generarte la explosión de una pulsión artística), portadas de libros, etcétera. ¿Te parece que existe ingratitud hacia el artista? ¿Más ingratitud que antes?
Para tener un reconocimiento real en las artes no es necesario trabajar mucho ni saber mucho ni entrenarse por años en el oficio. Solo se necesita Suerte; estar en el lugar correcto con la gente indicada o tener muchos contactos importantes y poderosos o lo más trivial de todo, tener desde la cuna grandes cantidades de dinero. El ejercicio creativo puro y duro no existe en un país sin meritocracia, como lo son todos los países latinoamericanos; se debe estar muy loco para intentar vivir esa experiencia sin redes de protección. Habemos unos cuantos que lo estamos.
No pienso mucho en la ingratitud de algún público, creo que es más bien ignorancia, reticencia o a veces envidia; paradójicamente, hoy que tenemos el mundo al alcance de un clic, la gente solo suma fragmentos de realidades que ni siquiera le importan, ideas al aire sin reflexión o sustento; la cultura de lo inmediato ha dado al traste a un pensamiento crítico y por ende el arte ha dejado de ser sustantivo para una sociedad, ha dejado de ser rebelde y contestatario y por el contrario, el arte de hoy es un producto de brevedades frívolas que alcanza para hacer un reel en Instagram o una historia de Facebook.
Admirar la obra de Figueraz puede remitirnos al Siglo XVI; a los años 50; a los 80 o a la modernidad, en un recorrido pictórico sin fin, cuyo ritmo de producción es por demás asombroso.
–¿Qué exposiciones o proyectos tienes en el corto plazo?
Dentro de mis proyectos personales se encuentra el término de una novela gráfica que comencé cuando me dieron la beca PECDA 2019 (Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico); es una novela negra de corte policial en la que he quemado recursos y horas de dibujo, lectura, investigación y escritura; espero terminarla este próximo 2022. A la par de esto, mi amigo y gran ilustrador Canijo Conejo, formo filas con tu servidor y estamos también en la fase final de otra novela gráfica que nos ha llevado muchísimo tiempo. Colaborar con alguien talentoso no tiene precio y creo que se notará cuando publiquemos esta novela. Por último, tengo el deseo de exponer en algún lugar grande e importante que pueda enmarcar las más de 150 piezas que he recolectado y producido a lo largo del tiempo y espero que surjan los patrocinios necesarios para este proyecto. En lo que resta, seguir impartiendo talleres de arte, comic e ilustración hasta donde sea posible.
F/La Máquina de Escribir por Alejandro Elías
@ALEELIASG