ARIANNA COS
LA MARIPOSA NARANJA
Creo que la mayoría hemos oído hablar acerca del duelo. Antes, cuando un ser querido moría, se nos decía que teníamos que vivir nuestro dolor; más adelante, al proceso de recuperarse de una pérdida la psicología lo nombró como les decía, duelo, pero ¿qué creen? Que el duelo va más allá de una pérdida por fallecimiento.
Cuando falleció mi papá leí un libro de Jorge Bucay especializado en el tema y aprendí que el duelo se experimenta también por otro tipo de pérdidas que se quedan en el plano terrenal.
Bucay decía que el duelo abarca desde una ruptura en una relación, ya sea de noviazgo o de matrimonio, hasta la pérdida de un trabajo o de un cambio obligado de residencia, porque todo aquello son procesos de adaptación a una situación nueva.
Por supuesto que un duelo por la partida de un ser querido siempre dolerá más, pero no por ello lo otro debe ser menospreciado.
En el caso de una ruptura el duelo no es fácil de superar; tener que aceptar que la persona que amabas ya no será parte de tu vida duele mucho.
Sea la circunstancia que sea la que haya llevado a la terminación de la relación, al principio causará muchísimo dolor, sobre todo si ya se llevaba un buen tiempo en ella, pero lo principal para lograr superar el duelo es aceptar plenamente que todo acabó.
Y es precisamente eso lo más difícil.
De hecho la primera etapa del duelo es el rechazo ante lo acontecido; creo que nadie en su sano juicio acepta a la primera de cambio que su amor ya no ocupará un lugar en su mundo y es lo que convierte a una ruptura en un proceso duro y largo.
Lo malo es que solemos cometer el error de querer “sacar a un clavo con otro clavo” como una manera de tratar de “borrar el dolor”, pero lo único que logramos con eso es aumentarlo porque al volver a entrar a una relación sin haber cerrado en nuestro corazón la otra, sólo nos hará más daño a la larga al acumular ciclos o círculos sin cerrar.
Pero hay un motivo fuerte por el que caemos en lo del clavo y lo he mencionado en anteriores columnas: desde pequeñas se nos ha enseñado que debemos tener a nuestro lado a “nuestro complemento o media naranja” para ser felices. Y eso ya de entrada es un gran error, porque solo nosotras podemos hacernos verdaderamente felices. ¿Cómo podemos lograrlo? Amándonos y aceptándonos a nosotras mismas y dándonos ese amor.
Sé que se siente padre tener un incentivo masculino para arreglarnos más y comprarnos ropa bonita y sexy, pero aún sin ello, debemos seguir maquillándonos y vistiéndonos lindo para nosotras, para complacernos primero antes que a nadie.
Esto nos dará una mayor seguridad que se verá reflejada en nuestra mirada, nuestro andar, nuestro actuar y nuestro hablar. Cuando logremos sentirnos seguras de quienes somos y felices con o sin galán, la pareja correcta llegará a nuestras vidas sin buscarla y cuando menos lo esperemos.
Lo mejor es vivir el duelo por ruptura con todo y el dolor que implica. ¿Qué derramaremos lágrimas? Por supuesto. ¿Qué tendremos ganas de ir corriendo a buscar al ex? ¡Clarooo! ¿Qué viviremos los primeros días como un pequeño infierno en la Tierra y que se nos pasará el tiempo como si fuera encima de una gran tortuga? ¡Así será! Pero es un proceso necesario que nos hará entender poco a poco los motivos por lo que nuestro noviazgo o matrimonio terminó. Y con ello llegará la aceptación, que es la etapa final del duelo.
Por más que amemos a alguien, si la persona con sus palabras y acciones nos causaba más desasosiego y lágrimas, lo más sano es entender y aceptar que lo mejor que nos pudo pasar es que se acabara la relación.
Así que a llorar lo que se tenga que llorar y a sacar todo el dolor para poder sentirnos plenas y así atraigamos a nuestra vida solo personas bonitas por dentro que nos aporten amor, paz y estabilidad.
Nos leemos el próximo lunes.
CONTACTO
@Ari_Sintesis127 en Twitter
rodaril127@gmail.com