Cuando de tomar terapia se trata no toda la gente lo toma muy bien. He oído a algunas personas decir, “ay pero si no estoy loca/o”, o “no necesito ir al loquero”, pero nada más lejos de lo que trata acudir al psicólogo. Los procesos terapéuticos también suelen tener la fama de ser para personas con problemas emocionales serios o confundirse con tratamientos psiquiátricos, pero no son lo mismo.
Asistir a terapia no debe ser sólo para cuando estamos pasando por algo muy fuerte, como el fallecimiento de alguien muy importante en nuestra vida o como cuando atravesamos por una experiencia muy traumática.
Tomar terapia implica reconocer valientemente que hay situaciones en las que requerimos ayuda para poder superarlas porque solas/os no lo estamos logrando. Tomar terapia es darse cuenta de que hay aspectos de nuestro pasado que nos están afectando en nuestra adultez; la mayoría se remontan hasta nuestra infancia.
Es bien sabido que nuestros primeros años de vida son cruciales para nuestro futuro, para cómo afrontaremos lo que se nos presente y cómo nos conduciremos en nuestras relaciones interpersonales, sobre todo a nivel pareja. Así que acudir a terapia no tiene nada de malo, al contrario. Nadie está libre de algún asunto que sanar y es totalmente válido pedir ayuda para lograrlo si sentimos que nos está afectando de más.
Claro que tomar terapia funciona cuando existe una continuidad en el proceso, cuando uno se compromete a acudir el tiempo que sea necesario y a hacer las tareas que te va dejando el terapeuta.
Hace algunos años tomé mi primera terapia después del suicidio de mi papá y sí me estaba funcionando pero la dejé al poco tiempo; unos cuatro años después volví a tomar porque sentía que aún había cosas por sanar y cerrar con respecto a su decisión de partir de este mundo pero siento que algo faltaba en mi proceso, porque hasta ahorita, varios años después de aquellas sesiones y a once años del suicidio, es que he logrado finalmente cerrar los temas que te atormentan cuando alguien tan cercano a ti se quita la vida.
También estoy desenrollando la madeja emocional de la mala relación que tuve con él durante mi infancia y me estoy dando cuenta de cuánto ha influido ello en mi vida en todos los aspectos y sobre todo en el de pareja.
En una columna de hace ya casi un año compartí mi experiencia de la relación tan tóxica que tuve en la que viví mucha violencia emocional. Muchas veces me enojé conmigo misma cuando logré salir de ella tres años y medio después por haber aguantado y perdonado tanto; también me preguntaba por qué caí en una relación así cuando soy buena persona, cuando siempre he dado lo mejor de mí como novia, como pareja, pero no lograba hallar una respuesta (cuando acudía al Centro de Justicia para las Mujeres escuchaba que era un común denominador que nos recriminemos cuando salimos de una relación donde hubo violencia).
Es por ello que decidí acudir nuevamente a terapia; necesitaba entender muchas cosas y no quería ni quiero volver a caer en una relación así; también acudí para romper con los patrones que se tuvieran que romper y componer lo que tuviera que componer, con el claro objetivo de sanar por completo para no volver a caer con personas tóxicas, para ya no atraerlas.
Creo que es importante que quienes logramos poner fin a una relación donde se nos hizo mucho daño compartamos nuestra experiencia; puede servir de inspiración a mujeres que estén pasando situaciones similares y lo mismo pienso con contar que estoy yendo a terapia; es para ayudar a echar abajo esa creencia que les mencionaba al principio acerca de las terapias y de ese modo más mujeres se animen a tomarlas.
Quedar más bonitas por dentro, darnos cuenta de lo mucho que valemos, de que lo importante es lo que somos ahora independientemente de lo que hayamos vivido en nuestra niñez o en cualquier otra etapa de nuestra vida, es esencial para tener relaciones de pareja sanas.
Entender que para nada la violencia es una forma de amor es fundamental para marcharnos ante cualquier señal de alerta al inicio de una nueva relación, pero para entenderlo debemos amarnos mucho, tener autoestima y aprender a disfrutar nuestra propia compañía, a procurarnos y apapacharnos a nosotras mismas; solo así tendremos claro que no merecemos ningún maltrato y pondremos límites ante el primero.
También es importante que nos demos cuenta que está bien dar lo mejor de nosotras pero que igual merecemos recibir; que una relación sana debe ser recíproca para funcionar y que hay situaciones que no tienen justificación aunque nos duela mucho reconocerlo.
Así que ya saben, la terapia sirve tanto para cosas fuertes como para aspectos que faltan sanar, para hacer cierres necesarios y tener mayor paz en nuestras vidas.
Nos leemos el próximo lunes.
CONTACTO
@Ari_Sintesis127 en Twitter
rodaril127@gmail.com