Mitos y saberes del agua subterránea, una radiografía geológico-geofísica de su disponibilidad en el sistema acuífero Alto Atoyac Valle de Puebla

Por M. en C. Ignacio Muñoz Máximo

Responsable de Geociencias Aplicadas DITCo-BUAP
Aún recuerdo en mi niñez escuchar a mi abuelo contar sobre pozas de agua, ameyales y
riachuelos con peces, patos y ranas, que habitaban en Puebla y sus alrededores. También
recuerdo las numerosas charlas de Rancho Colorado y las pozas de agua termal, que los
ancianos platicaban en Valle Dorado. Pero también al sur de la ciudad de Puebla, en el lugar que crecí recuerdo una bella laguna en lo que hoy son los INFONAVIT de San Bartolo y Agua Santa, así como las pozas de agua con peces y ranas que circundaban hacia el río Al seseca en donde hoy se asientan Los Héroes; pero de eso ya más de 30 años atrás.

Como poblano que crecí en el municipio de Puebla, he podido experimentar en carne propia, la transformación acelerada y pesimamente planificada de la expansión urbano-industrial que devoro de forma inmisericorde la zona agrícola – forestal. Nada queda ahora de esos paramos boscosos, con nacimientos de agua limpia, o aquellos paisajes donde se pastoreaba a pie y caballo a las cabras, vacas y borregos; y ni que decir de esa frondosa milpa que se extendía por hectáreas, acompañada de frijol y calabaza, custodiadas por arboles de tejocote o chabacano. Pero más grave y triste fue como muchos poblanos podíamos beber agua de la llave de nuestras casas sin temor a enfermarnos gravemente (hoy impensable), que simplemente circulaba por eso filtros mecánicos (en blanco y negro) del lavatrastos. Poco a poco, después del sismo del 19 de septiembre de 1985, mucha gente de Ciudad de México comenzó a llegar a la ciudad de Puebla. Incrementando la demanda de agua. Fue cerca de 1989 a 1992, donde las colonias y fraccionamientos comenzaron a experimentar la carencia de agua, hasta el punto de comenzar a comprar pipas de agua. En aquel tiempo, el gobierno buscando calmar los reclamos de la población por la creciente carencia en el suministro de agua, invierte en la construcción del llamado acuiferito, el cual traería agua de sistema Nealtican. La búsqueda de fuentes de abastecimiento de agua potable, ya había comenzado a incrementarse al norte de la ciudad de Puebla desde finales de los 80S ligado al creciente polo de desarrollo económico de la industria automotriz y textil, cada vez más pujante. Sin embargo, los ingenieros civiles, arquitectos y topógrafos que perforaban y diseñaban pozos de agua, se comenzaron a encontrar con un problema inesperado y complejo, la geología de Puebla. Por muchas generaciones la depresión intermontana conocida como Valle de Puebla, se ha asumido como una depresión topográfica poco sinuosa y superficialmente casi homogénea, esconde en la parte subterránea uno de los sistemas geológicos más interesantes y probablemente complejos del mundo. La CONAGUA, consiente de estas condiciones geológicas hizo un esfuerzo para buscar contratar empresas especializadas (por ejemplo: Lasser & Asociados S. A. de C. V.), Geotecnología S. A. de C. V.) para comprender la distribución y almacenamiento del agua en el subsuelo, entre 1987 y 1999. No obstante, estos esfuerzos no consiguieron obtener una verdadera radiografía (ni siquiera aproximada) de la complejidad geohidrológica que esconde el llamado Valle de Puebla y Tlaxcala. Tan poco comprendida y conocida es la geología que existe entre el Valle de Puebla y Tlaxcala, que ha existido el mito de que el Cuexcomate es un volcán, cuando geológicamente es más un geiser, que deja evidencia de la fuerte actividad hidrotermal que ha existido en la región, y lo complejo que es el sistema hidrogeológico. Apreciables lectores, seguramente más de uno de ustedes, en su casa habrán notado esas natas blanquizcas que se forman suspendidas en el agua, o la capa blanquecina que se depositan sobre las tuberías o calentadores, a las que solemos llamar salitre. Pero que en realidad dependiendo del lugar de la ciudad de Puebla o del Valle de Puebla – Tlaxcala donde nos encontremos, el agua puede provenir de un distinto origen, así como las rocas de las que provine. Él desconocimiento respecto a la naturaleza geológica del subsuelo, rocas circundantes y la inherente relación que existe con el ciclo del agua, ha provocado una mala educación en el manejo integral de la seguridad hídrica y su gobernanza, la seguridad alimentaria, el riesgo geológico y el ordenamiento territorial. Por otra parte, ha existido la desfachatez de numerosos personajes en Puebla, que se han dicho expertos en temas delicados (como el riesgo volcánico, el riesgo sísmico, etc.,) al escudo de la ignorancia o el buen renombre de instituciones de educación o de gobierno, que simplemente han buscado salir en la foto dando alguna declaración en los medios científicamente poco fehaciente, y que ahora se abanderan como expertos o especialistas en seguridad hídrica, sin pasar en toda su vida por un instituto de hidrociencias o de alguna división de Ciencias de la Tierra ni siquiera para tomar un café. Lo anterior ha conducido al mito de pensar no solo a nuestras autoridades y la población, que en verdad temas como la contaminación de los ríos Zahuápan, Atoyac y Alseseca, o bien, la naturaleza geológica de las rocas que confinan el agua subterránea de la que nos abastecemos está sobre estudiada, cuando en realidad la información sensible que puede condenar la restauración del equilibrio hídrico en el sistema acuífero de la subcuenca Alto Atoyac- Valle de Puebla, es prácticamente nula. Si bien, los ríos, pozos de agua y lagos están ya plagados de estudios clásicos de química convencional respecto a la calidad de agua, los elementos contaminantes (incluyendo trazas), los efectos a la salud humana, etc., prácticamente son nulos los estudios geoquímicos, geofísicos y geológicos en toda la región.

En fin, platiquemos ahora un poco sobre la verdadera naturaleza geológica del sistema acuífero de la subcuenca Alto Atoyac – Valle de Puebla. Comenzaremos por explicar que, en este territorio hidrológico (TH-01) entre Tlaxcala y Puebla, por muchas décadas los modelos hidrogeológicos discretízan a la geología en un modelo de capas tipo sándwich, donde siguiendo el principio de superposición, donde tenemos rocas más viejas a la era de los dinosaurios (paleozoico, es decir en el fondo o en la tapa baja del sándwich), rocas de la edad de los dinosaurios (mesozoico, de origen marino principalmente), rocas que se formaron posterior a la era de los dinosaurios pero anteriores a la formación de los volcanes Popocatépetl, Iztaccíhuatl y Malinche (Cenozoico, Paleógeno – Neógeno, que en conjunto con el mesozoico dentro del sándwich ocupan la parte media) y finalmente rocas y cenizas volcánicas que se depositaron durante la formación de nuestros estratovolcanes
(Cenozoico, cuaternario, que ocuparían la tapa superior del sándwich). Es una forma simple
y fácil de representar a las distintas capas geológicas que están dispuestas en el subsuelo y
que facilitan la modelación y simulación matemática, pero que han condenado por décadas
el entendimiento real del sistema acuífero de la subcuenca Alto Atoyac – Valle de Puebla.

Lo anterior ha jugado un rol crucial sobre el manejo del agua por parte de los sistemas
operadores, ya que al realizar los cálculos de balance hidrológico (Entradas – Salidas) por más de dos décadas se asumió que había disponibilidad de agua para satisfacer la demanda de una creciente industria y población, generando la pérdida progresiva del sistema acuífero, así como la disponibilidad de agua de buena calidad. Dicho de otro modo, se han tomado decisiones sobre la disponibilidad del agua subterránea, asumiendo al sistema acuífero como una cisterna de casa, lo que facilita calcular el volumen de agua disponible (aunque de forma errónea).

Pero hablemos un poco sobre la historia geotectónica que modelo el actual relieve (geomorfología) que observamos en la superficie en el Valle de Puebla-Tlaxcala. Comenzare por contarles que previo a la época de los dinosaurios en el Paleozoico, se depositaron rocas muy viejas conocidas actualmente como Complejo Acatlán (estudiadas ampliamente por el Dr. Fernando Ortega por varias décadas) y que son las rocas más viejas que existe en la región, pero se asume que son las rocas más profundas del sistema acuífero (es decir su basamento cristalino), estas rocas que tienen una edad de más de 280 millones de años de antigüedad han experimentado el aumento de presión y temperatura lo que las llevo a recristalizarse (como ocurre con las rocas calizas que se vuelven mármol). Las rocas del complejo Acatlán están expuestas en el suroeste del estado de Puebla, en la región del municipio Acatlán de Osorio y sus alrededores. No obstante, se asume que son la base del sistema acuífero y se comportan como el piso de la cisterna impermeable que lo confina.

Posterior al Paleozoico, durante la era de los dinosaurios en la región se depositaron rocas de plataforma y cuenca marina (carbonatos: caliza y dolomita; arcillas: lutitas; arenas: areniscas; y conglomerados) su deposición variaba cuando el mar aumentaba de nivel (transgresión marina) o bien disminuía (regresión marina), la formación y depósito de estas rocas marinas (procesos de diagénesis y litificación) ocurrió durante millones de años atrapando entre los poros de estas rocas agua de mar (en el trabajo de Padilla y Sánchez sobre la evolución del sur de México); al final de la era de los dinosaurios México experimenta un evento conocido clásicamente como la orogenia Larámide, derivado de eventos de compresión que vienen del pacifico hacia el noreste de México, ocasionando que estas cuencas y plataformas marinas, sean levantadas y plegadas (apachurradas) dando origen a la cadena montañosa conocida como Sierra Madre Oriental que forma parte del denominado Cinturón de Pliegues y Cabalgaduras Mexicano (CPCM, propuesto por la Dra. María Fernanda Campa en los 70s). En el Valle de Puebla y Tlaxcala, estas rocas están sepultadas de forma heterogénea, ya que en algunos puntos se encuentran a profundidades de 280 m (y contienen agua sulfurosa) y en otros (como el arco oriente periférico) están expuestas en superficie. Finalmente cubriendo a estas rocas marinas tenemos depósitos de cenizas volcánicas (tobas) de composición arenosa y arcillosa. En algunos puntos estas rocas fueron cortadas por rocas ígneas (lavas y magmas) que ascendieron durante la formación de la denominada sierra nevada (estratovolcanes Popocatépetl, Iztaccíhuatl y Malinche) que nuevamente aportaron cantidades significativas de cenizas volcánicas que se depositaron incluso en lagos (dando origen a algunos paleosuelos), pero que finalmente moldearon la parte superficial de la actual geomorfología de la subcuenca Alto Atoyac-Valle de Puebla. Después de millones de años de la caída de lluvias, en amplias zonas de recarga efectiva de la subcuenca, favorecido con los numerosos escurrimientos de los altos topográficos y circulación profunda de aguas meteóricas, se formó el acuífero superior del sistema Alto Atoyac – Valle de Puebla, así como la red de escurrimientos que dan origen a los ríos Zahuapan, Atoyac y Alseseca.
Finalmente es importante mencionar, que durante los distintos procesos geológicos se
desarrollaron, numerosos sistemas de fallas y fracturas, que sirven como canales de
ascenso, descenso o barreras impermeables a la circulación de agua subterránea,
controlando la estratigrafía (que son las distintas capas de roca dispuesta desde la superficie hacia la profundidad) y por tal, la profundidad y continuidad de los distintos tipos de roca y familias de agua que existen en el sistema acuífero. Si bien en superficie la subcuenca alto Atoyac, valle de Puebla ha sido estudiado de forma basta, la parte subterránea de donde se extraer el agua potable que hoy en día nos abastece, poco se sabe que obedece a una estructura geológica denominada como el Graven de Puebla –Tlaxcala, y que además dada su naturaleza geológica, geoquímicamente existen cerca de 7 familias de agua (algunas rica en azufre, calcio, magnesio, hierro, boro), dispuestas en un sistema acuífero integrado por cinco capas principales denominadas como: Acuífero Superior (del que se extrae agua actualmente), Acuitardo, Acuífero Medio (rico en aguas sulfurosas), Acuicludo y Acuífero Profundo (del que poco se sabe). Aún no está claro cuál es la verdadera geometría del sistema acuífero, pero lo que es ya evidente, es que estamos perdiendo a un ritmo acelerado la disponibilidad de agua de buena calidad para toda la región, debido a una sobre extracción (abatimiento).

Estimados lectores, de forma breve hemos echado un vistazo a una radiografía rápida a la
historia geológica que modelo el valle de Puebla – Tlaxacala, y que gobierna la dinámica del
ciclo del agua, donde la fuente principal de abastecimiento que estamos perdiendo. Espero
estas líneas, sirvan para motivar a la reflexión de lo importante que es contar con investigación científica, que nos permita conocer a plenitud procesos vitales como el ciclo
del agua en el lugar en que vivimos, pero también de que es imprescindible tomar acciones
desde nuestro hogar, en el trabajo, o en la escuela para cuidar el agua.
Semblanza del autor El M. en C. Ignacio Muñoz Máximo nació en la Ciudad de Puebla hace 41 años, y se declara orgullosamente poblano. Creció en el lado sur de la Ciudad de Puebla, en Loma Bella, donde pudo estudiar orgullosamente en el Centro Escolar Presidente Gustavo Díaz Ordaz la primaria y secundaria. Tuvo la oportunidad también de estudiar en el CONALEP Puebla III en el INFONAVIT San Bartolo, la profesión de Técnico en Informática y la Preparatoria. Ello le dio la posibilidad de estudiar la carrera de Ingeniería Geofísica en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. En algún momento de la licenciatura formo parta de un grupo de simulación computacional que le permitió crear el laboratorio de Geofísica Computacional y de Exploración en la facultad de Ingeniería, además de ser el fundador de la primera Sociedad de Estudiantes de Geofísica. Gracias a la actividad académica presentada en varios congresos de Ciencias de la Tierra, tuvo la oportunidad de una beca otorgada por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) donde pudo realizar su tesis en el Instituto de Geología en el campo de investigación de la génesis de minerales y la geología estructural. Física y el posgrado en Ciencias Químicas en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM-I). Así que continuo sus estudios de posgrado en el Colegio de Postgraduados (COLPOS Puebla) donde se especializo en el instituto de Hidrociencias (Campus Montecillos) en seguridad hídrica, dentro del programa de maestría Estrategias Para el Desarrollo Agrícola Regional. Realizo estudios de Doctorado en el posgrado de Ingeniería Química de la BUAP en la especialidad de Materiales, el cual aún año de concluir tuvo que suspender. Ha desempeñado trabajos como especialista en búsqueda de pozos de agua, agricultura de presión, manejo estratégico de residuos sólidos urbanos, riego geológico, exploración de yacimientos minerales, migración de transporte de
contaminantes, y evaluación de recursos naturales por técnicas de percepción remota.

Desde 2015 colabora con la Dirección de Innovación y Transferencia del Conocimiento,
donde ha sido participe como especialista y responsable en distintos proyectos, ha impartido cursos, imparte materias como colaborador, abre año con año programas de
servicio social y prácticas profesionales, es codirector de tesis de licenciatura, maestría y doctorado. Desde 2019 fue el creador del área de Geociencias Aplicadas, de la cual es
actualmente responsable.

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