El caso de Gustavo Macalpin, conductor despedido en vivo durante su programa de televisión en el canal 66, emisora local en Mexicali Baja California, ha encendido las redes sociales y reavivado el debate sobre la censura en los medios de comunicación.

Macalpin, conocido por sus críticas políticas, se enteró en plena emisión que ese sería su último día de trabajo (7 de octubre de 2024), cuando el director del canal 66 apareció inesperadamente para informarle su despido.

El incidente, que rápidamente se viralizó, ocurrió tras una crítica que Macalpin realizó contra el esposo de la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar, apenas una hora antes de ser removido del aire.

Sin duda este hecho refleja cómo, incluso en tiempos de apertura digital, la censura sigue presente en medios tradicionales, contrastando con el aparente descontrol que se vive en espacios como los podcast.

La censura de noticias políticas en los medios convencionales (radio, televisión y prensa escrita), ha sido un tema recurrente que, lejos de apagarse, sigue generando debate en la sociedad contemporánea.

Platiquemos (para no variar) de la radio tradicional, conocida por ser una plataforma de información masiva y accesible, misma que en todo el país ha sufrido múltiples restricciones, impuestas por gobiernos y entidades reguladoras que limitan la transmisión de ciertos contenidos.

Mientras tanto, en internet, los podcast han encontrado un espacio más libre, donde la falta de regulación permite a muchos ejercer la libertad de prensa sin restricciones visibles.

Este contraste ha provocado un choque entre dos mundos: el control en los medios tradicionales y la apertura en los nuevos medios digitales.

Sin embargo, la autonomía que los podcast han logrado no está exenta de problemas. La proliferación de pseudo periodistas en este formato ha desencadenado una nueva preocupación: el abuso de la libertad de expresión para difundir noticias falsas o tendenciosas.

La ausencia de control permite que voces sin rigor periodístico tomen la palabra y siembren dudas en un público cada vez más polarizado. Este fenómeno amenaza la calidad de la información y en última instancia, la estabilidad democrática.

Pero, ¿es la censura la respuesta?

Regular lo que se puede o no decir en internet plantea sus propios desafíos. Por un lado, está la legítima preocupación por frenar la difusión de información falsa; por otro, existe el riesgo de coartar la libertad de prensa, derecho esencial en una sociedad democrática.

Lo que está claro es que las soluciones no deben venir exclusivamente del control gubernamental, sino de una ciudadanía informada.

Fomentar la educación crítica y el pensamiento analítico es el mejor antídoto contra la desinformación.

Así, el verdadero reto no radica únicamente en regular o censurar, sino en empoderar a los oyentes y usuarios para que ellos mismos puedan distinguir entre lo veraz y lo falaz.

Y es que, a Gustavo Macalpin no le pudo ir mejor con ese despido televisivo, pues ahora siendo tendencia nacional y referente de la censura política en tiempos de relevos políticos en México, se le abre la puerta para encontrar nuevos espacios en el mundo digital, donde la competencia está muy reñida, entre el talento de periodistas destacados y los falsos comunicadores que solo buscan mal informar ante la libertad (convertida en libertinaje), para expresar lo que se les venga en gana sin ética alguna y mucho menos, responsabilidad social.

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